NAUCALPAN, Edomex, 4 de julio de 2025.- Desde las yardas de la NFL hasta los laberintos del flow y la resistencia, Reggie Stephens, ex esquinero de los Gigantes de Nueva York, decidió dejar los campos del exilio a una melodía, y del beat, una forma de    protesta y pertenencia. 

Hoy, en un acto de alquimia sonora que desafía fronteras, este exjugador convertido en rapero consciente irrumpe con fuerza en el universo musical con el estreno de dos sencillos que reescriben los mapas del hip hop latino: Black Man in México y Margarito 2. 

Este artista estuvo de visita en México y platicó que este proyecto, editado por Round Whirled Records, es un puente sonoro que une la historia afroamericana con la afromexicana, hilvanado por un equipo de mentes y manos maestras. 

Al frente, el doctor del groove Greg Landau —alias Dr. Gregorio— cuya visión transfronteriza ha orquestado proyectos con leyendas como Susana Baca y Maldita Vecindad. A su lado, el mítico One Drop Scott, leyenda viva del hip hop californiano y beatmaker de gigantes como Mac Dre, E-40 o Scarface. 

La ecuación la completa el músico y productor mexicano Last Jerónimo, con su oído entrenado para entretejer la raíz con la vanguardia. Y, como columna vertebral de esta sinfonía de consciencia, Reggie Stephens, cuya pluma late como un corazón que aprendió a rimar en el campo de batalla social.

Stephens, encontró su voz y su pasión en la música después de su carrera deportiva. Su versatilidad como rapero y vocalista le ha llevado a colaborar con artistas de renombre, entre ellos Bon Jovi, el legendario George Clinton de Funkadelic, el virtuoso percusionista ex-HerbieHancock Bill Summers y el aclamado productor de hip hop One Drop Scott en el proyecto Forward Back. Además, One Drop Scott ha dejado su huella en la industria de la música trabajando recientemente con Headhunters, un influyente grupo de jazz funk que colaboró estrechamente con el icónico Herbie Hancock en la década de 1980.

La pieza explora esta identidad plural con una base envolvente de son jarocho interpretado por Benito Cortez, del mítico grupo Los Cojolites, y una atmósfera jazzística dibujada por el piano de Omar Sosa, bajo la producción de Last Jerónimo y el ritmo inconfundible de One Drop Scott. El resultado es un canto mestizo, un himno que cruza el Mississippi con el Papaloapan y hace de la música una brújula para el alma errante.

Por su parte, Margarito 2 es un golpe seco al sistema, una crónica cantada de un México doliente y de un Estados Unidos que no ofrece redención, solo otro tipo de abismo. Aquí, las rimas incendiarias de Serko Fu dibujan a Margarito, un trabajador acosado por la policía, víctima del abuso y la discriminación. Reggie, desde la trinchera opuesta del mapa, completa el retrato narrando los paralelismos que enfrentan los cuerpos racializados en ambos lados del muro. 

La Orquesta Nacional de Jazz de México, con su virtuosismo vibrante y juventud indómita, eleva el relato a una dimensión épica, fusionando los colores del corrido tumbado con la urgencia del hip hop y la elegancia del jazz contemporáneo.

El cantante atleta prepara algunos conciertos en el país donde incluye al Estado de México en fechas que dará a conocer próximamente.