TOLUCA, Edomex., 25 de agosto de 2025.– El arranque de agosto se ha teñido de preocupación en el Estado de México (EMX). En distintas comunidades de la entidad, seis jovencitos —incluida una quinceañera— fueron reportados como desaparecidos, lo que ha generado un ambiente de angustia entre familiares, vecinos y autoridades. Cada uno de ellos lleva varios días perdido y, aunque los esfuerzos de búsqueda continúan, la incertidumbre crece con el paso de las horas.
Una ola de desaparecidos que sacude al Edomex
Durante la tercera semana de agosto, diferentes municipios mexiquenses se han convertido en escenario de desapariciones que alarman por su frecuencia y el rango de edad de las víctimas. Se trata de adolescentes y hasta un niño de tres años que fueron vistos por última vez en circunstancias distintas, pero con un mismo denominador: la ausencia de respuestas inmediatas y el temor de sus familias que claman por ayuda.
El fenómeno de los desaparecidos no es nuevo en la región; sin embargo, cada caso revela un profundo vacío en materia de seguridad y acompañamiento a las víctimas indirectas, quienes libran una batalla doble: enfrentar el dolor de la ausencia y recorrer un camino burocrático para exigir la búsqueda efectiva.
Los rostros de los desaparecidos
El listado de jóvenes desaparecidos inicia con Ailis Venissa Lugo Arriaga, de 16 años, vista por última vez el 18 de agosto en la localidad de Santa Ana Ocuilan, Ocuilan de Arteaga. De complexión mediana y cabello largo castaño oscuro, su familia no ha dejado de difundir su fotografía con la esperanza de obtener pistas que permitan localizarla.
A este caso se suma el de Zoe Miguel Santiago Ayala, de 17 años, quien desapareció el 23 de agosto en el centro de Otumba. Su madre compartió que el joven llevaba tatuajes visibles en nudillos, costillas y tobillo, lo que podría ayudar a reconocerlo. La descripción detalla que vestía sudadera negra, pants negro y tenis blancos al momento de perderse.
Por su parte, Jennifer Naomi Valdez Melchor, de apenas 15 años, desapareció el 19 de agosto en Nicolás Romero. Sus señas particulares incluyen un lunar en la mejilla derecha y cabello teñido de rojo hasta los hombros.
La lista de desaparecidos también incluye a Kenia Yaretzi Sánchez Galicia, de 13 años, quien se extravió en Almoloya de Juárez el 20 de agosto. Con su mochila azul marino, pantalón de mezclilla y tenis grises, la menor fue vista por última vez en el barrio El Plan, en la comunidad de Las Casitas.
La desaparición más dolorosa para los vecinos de Toluca es la de los hermanos Danik Michelle y Ángel Emmanuel García Díaz, de 9 y 3 años respectivamente. Ambos fueron vistos por última vez el 19 de agosto en San Andrés Cuexcontitlán. Su familia asegura que los pequeños no presentaban señas particulares, salvo un absceso en el lóbulo de la oreja de la niña.
El impacto social de los desaparecidos
Cada rostro, cada nombre y cada edad representan no solo un caso individual, sino una herida colectiva. El fenómeno de los desaparecidos en el Estado de México (EMX) sigue creciendo y afecta a comunidades enteras, que se organizan en brigadas de búsqueda, difunden fichas en redes sociales y exigen a las autoridades estatales y municipales mayor coordinación.
En barrios, colonias y plazas públicas se repite la misma frase: ¡Hasta encontrarles!, una consigna que más que un grito es una promesa de no olvidar ni descansar hasta dar con el paradero de cada menor.
Autoridades y sociedad, en deuda
Si bien la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (EMX) ha emitido fichas de búsqueda, los familiares de los seis desaparecidos reclaman que la atención ha sido tardía. Cada minuto que pasa sin acciones concretas, aseguran, reduce las posibilidades de localizar con vida a los jóvenes.
En este contexto, organizaciones civiles reiteran la necesidad de políticas públicas de prevención, acompañamiento psicológico para familias y protocolos de reacción inmediata, especialmente cuando se trata de menores de edad.
Una exigencia común: regresar a casa
Los seis casos evidencian una realidad dolorosa: la niñez y la adolescencia mexiquense se encuentran en situación de vulnerabilidad. La desaparición de jovencitos, incluyendo una quinceañera y un niño de tres años, refleja una problemática que no puede seguir normalizándose.
Los familiares de los desaparecidos mantienen la esperanza viva y piden a la ciudadanía difundir sus rostros. Ellos saben que cualquier pista, por mínima que parezca, puede ser clave para encontrarlos.
Porque detrás de cada nombre no hay solo una estadística: hay historias, sueños y familias que hoy claman justicia. Y hasta que todos regresen, el eco seguirá resonando: ¡Hasta encontrarles!