Con manos curtidas por el tiempo y el esfuerzo, este artesano ha puesto más de tres décadas de su vida en crear trenes que llevan consigo historias de nostalgia, recuerdos y un profundo cariño por el ferrocarril.

Foto: Héctor Jiménez

Todo comenzó hace 35 años, cuando un accidente cambió el rumbo de su vida. “No voy a poder trabajar en otras cosas, en algo tengo que invertir mi tiempo”, recuerda don Tomás con orgullo. Antes de su percance, trabajaba como vigilante en la extinta empresa estatal, Ferrocarriles Nacionales de México (NdeM), fue ahí donde surgió su gran pasión aunque, “El amor por los trenes nació antes de que me accidentara” confiesa.

Foto: Héctor Jiménez
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