¿Qué destino estamos forjando para México desde las aulas? ¿Qué clase de ciudadanos estamos formando en la mente y el espíritu de nuestros niños y jóvenes? ¿Acaso hemos abandonado como padres nuestra responsabilidad, entregando el alma de la educación de niños y jóvenes a un proyecto que no busca el empoderamiento de la persona, sino sumisión ideológica? Estas preguntas, lejos de ser meros ejercicios retóricos, resuenan hoy con urgencia, sobre un tema que nos concierne a todos como sociedad, como padres, como ciudadanos de conciencia activa; la formación y el destino de nuestros hijos.

Para comprender la magnitud del desafío, es imperativo analizar el andamiaje filosófico que sostiene a la NEM. Su pilar fundamental, no es otro que la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire, una visión que, si bien pudo tener un contexto en las dictaduras sudamericanas del siglo XX, hoy es utilizada como un ariete para polarizar a la sociedad mexicana. La narrativa es simple y, por ello, devastadoramente eficaz: la creación de un mundo que se divide entre opresores y oprimidos.

Para MORENA y la 4T, este sistema de adoctrinamiento marxista-comunista se convierte en el lente a través del cual se debe interpretar toda la realidad. Ya no hay matices, solo bandos irreconciliables: ricos contra pobres, empresarios contra pueblo bueno, los de antes contra "nosotros". La historia de México es reescrita no como una saga de heroísmo y construcción, sino como un perpetuo lamento de explotación, convirtiendo al mexicano en una víctima permanente, un ser al que se le despoja de la posibilidad de razonar, contrastar y determinar conscientemente su propio destino.

La consecuencia más inmediata de este modelo es la anulación del pensamiento crítico genuino. Se confunde la crítica (esa herramienta sublime que nace del conocimiento, la lógica y la evidencia) con la teoría crítica doctrinaria, que no es más que la repetición de consignas y la búsqueda de opresores en cada rincón de la vida.

Se están formando niños y jóvenes con una alarmante incapacidad para razonar, leer con profundidad, para analizar datos, para investigar por sí mismos; jóvenes dependientes de la inteligencia artificial o de las redes sociales, cuyas burbujas de información ya están sesgadas por el mismo algoritmo ideológico. Por tanto, la educación que se imparte, es fundamental para el futuro, y en este futuro perversamente planificado, la familia es un obstáculo a superar.

Esta reflexión informada deberá impulsar a los padres con hijos y jovenes en escuelas públicas a revisar las formas y contenidos con los que el estado educa a sus hijos y a no soltar de ninguna manera, la responsabilidad de forjar con valores y principios familiares y de buenas costumbres a sus hijos.

El futuro será determinado ineludiblemente, por la calidad de la educación y valores que reciban los hijos de hoy.

@Fernando García Cuevas