Bajo la dirigencia de Alí Jameneí, el sistema político iraní se ha hecho más autoritario y cerrado. A diferencia de Jomeini (quien mantenía alguna distancia entre lo religioso y lo militar), Jameneí ha permitido la intervención de los militares en la política, la economía y la cultura. Las elecciones cada vez son más controladas, eliminando a candidatos reformistas o moderados mediante el “veto” del Consejo de Guardianes.

En política exterior, Jameneí ha mantenido una línea dura: apoyo a grupos como Hezbollah, hostilidad hacia Estados Unidos e Israel y desconfianza generalizada hacia Occidente. El sistema ha sido criticado tanto por su carácter antidemocrático como por la represión de disidentes. Las protestas populares de 2009 (Movimiento Verde), 2019 y 2022, tras la muerte de Mahsa Amini, quien fue una joven de 22 años originaria del Kurdistán, que falleció después de ser detenida y torturada por la “Policía de la Moral” por no llevar el velo islámico (hiyab), evidencian una separación entre la población joven y urbana y la élite religiosa. Muchos sectores perciben al Guía Supremo como un obstáculo para las libertades, el desarrollo económico y la apertura cultural.

Desde la segunda mitad del siglo XX, la amenaza de una guerra nuclear ha impulsado diversos esfuerzos multilaterales para contener la expansión de armas de destrucción masiva. El más importante de ellos es el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), firmado en 1968 y en vigor desde 1970, que buscaba evitar la proliferación de armas nucleares, promover el desarme y fomentar el uso pacífico de la energía nuclear.

Irán se unió al TNP en 1970 como Estado no poseedor de armas nucleares, por lo que tenía derecho al desarrollo de energía nuclear con fines pacíficos bajo supervisión de la Organización Internacional de la Energía Nuclear (OIEA). Sin embargo, desde principios de los años 2000, varios países acusaron a Irán de desarrollar en secreto tecnología con potencial militar, violando así el espíritu del tratado.

La OIEA detectó irregularidades e incumplimientos de transparencia en los programas nucleares iraníes, lo que dio lugar a sanciones económicas internacionales y una escalada diplomática. Irán, por su parte, insistió en que su programa tenía fines exclusivamente civiles. Tras años de tensiones y sanciones, en 2015 se alcanzó el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), comúnmente llamado "acuerdo nuclear con Irán". El acuerdo estableció que: Irán limitaría drásticamente su enriquecimiento de uranio y el número de centrifugadoras. Se permitiría acceso del OIEA a instalaciones nucleares. A cambio, se levantarían las sanciones internacionales.

El JCPOA fue ampliamente elogiado como un modelo de diplomacia multilateral, pero también duramente criticado por conservadores en EE.UU. e Israel. En 2018, Trump retiró unilateralmente a Estados Unidos del acuerdo, lo que significó volver a poner sanciones severas a Irán, lo que provocó que Teherán reiniciara varias actividades nucleares restringidas por el pacto. Trump se retiró del acuerdo en 2018, lo que llevó a Irán a reanudar el enriquecimiento a niveles más altos.

El 22 de junio de 2025: en medio de la guerra entre Irán e Israel, EE. UU. lanzó un ataque aéreo y naval contra tres sitios nucleares clave de Irán: Fordow, Natanz e Isfahán. El ataque de precisión ultrasecreto estadounidense contra las instalaciones nucleares de Irán, llamado "Operación Martillo de Medianoche", fue el mayor ataque con bombarderos B2 de la historia y el vuelo más largo de la flota desde 2001, dijeron funcionarios del Pentágono. La misión incluyó el primer uso de las bombas Massive Ordnance Penetrator (MOP), que previamente sólo se habían utilizado con fines de prueba.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, acompañado por el jefe del Estado Mayor Conjunto, general de la Fuerza Aérea Dan Caine, hablaron durante una conferencia de prensa en el Pentágono, el 22 de junio de 2025 en Arlington, Virginia. Más de 125 aeronaves participaron en la misión, incluyendo siete bombarderos furtivos B-2 Spirit, que despegaron desde el territorio continental de Estados Unidos poco después de la medianoche y recargaron combustible varias veces en el aire durante 18 horas de vuelo para alcanzar sus objetivos. Seis bombarderos B-2 fueron enviados a la isla de Guam, en el Pacífico, como señuelo, mientras que los siete bombarderos utilizados para atacar las instalaciones nucleares subterráneas de Irán se dirigieron discretamente al este para llevar a cabo la misión, con escasa comunicación para evitar ser detectados. Justo antes de lanzar sus cargas útiles sobre las instalaciones nucleares de Irán, Caine dijo que dos docenas de misiles de crucero Tomahawk fueron disparados contra el sitio nuclear de Isfahán en Irán desde un submarino estadounidense posicionado en la región.

Tras el ataque, el presidente Donald Trump se dirigió a la nación desde la Casa Blanca con el vicepresidente JD Vance, Hegseth y el secretario de Estado Marco Rubio. Durante la conferencia de prensa, Hegseth dijo: "Ningún otro país del planeta Tierra podría haber llevado a cabo la operación", haciéndose eco de una declaración que Trump había publicado en su plataforma Truth Social después del ataque. Caine afirmó que no se atacaron tropas iraníes ni estructuras civiles y que, durante toda la misión, "mantuvimos el factor sorpresa". Añadió que "muy pocas personas en Washington" conocían el momento y la naturaleza del plan, y que los líderes del Congreso no fueron informados hasta que la misión ya estaba en marcha.

Trump dijo que le estaba dando a Irán una oportunidad para negociar. Atacó dos días después. Hegseth dijo que los bombarderos B-2, cada uno con una tripulación de dos personas, alcanzaron los objetivos de las instalaciones nucleares y los atacaron sin ser detectados por las fuerzas iraníes y agregó que los aviones furtivos entraron, salieron y regresaron "sin que el mundo lo supiera en absoluto".