El primer caso corresponde a una perrita comunitaria, noble y sociable, que ya estaba programada para ser esterilizada, comentaron los vecinos. Sin embargo, su destino fue truncado al ser atropellada por un tráiler y cuyo conductor no se detuvo ni enfrentó consecuencia alguna, dejando su cuerpo sin vida en la vía pública.

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El segundo caso fue aún más doloroso: otra perrita fue embestida por un vehículo, pero no murió de inmediato. Gravemente herida, fue abandonada por quien se decía su dueño, quien simplemente la arrastró a un rincón para que no estorbara. Ahí agonizó hasta perder la vida, sin atención ni compasión.

Activistas y ciudadanos solidarios recordaron que esto no es normal ni debe aceptarse. Alimentar a un animal callejero no basta si no se acompaña de acciones reales como el rescate, la denuncia, la atención médica y, sobre todo, la esterilización.