TOLUCA, Edomex., 20 de julio de 2025. — Con la llegada de las lluvias, los bosques del Estado de México despiertan con aromas a tierra fértil, resina de pino y humedad ancestral. Entre sus sombras y suelos vivos, brota una joya de la temporada: los hongos silvestres. Así da inicio el llamado "Hongosto", como cariñosamente le nombran recolectores y habitantes locales al mes más simbólico del micoturismo.

Micoturismo: más que paseo, un acto de respeto

Durante el Hongosto, el micoturismo se vive como una experiencia sensorial y espiritual. Los guías, campesinos y sabios del monte comparten el arte de caminar despacio, observar con atención y recolectar con respeto. De las aproximadamente 140 especies de hongos que crecen en la región, unas 40 son comestibles. Saber diferenciarlas es una habilidad transmitida por generaciones.

Las canastas se llenan con paciencia. Cada hongo recolectado es fruto de una pausa y una conversación silenciosa con la tierra. Aquí no hay apps ni atajos; solo el saber tradicional, la observación, y el deseo de aprender.

De la tierra al fuego: cocina comunitaria como legado

Un turismo que nutre el alma y la economía

Impulsado por el Gobierno del Estado de México, a través de la Secretaría de Cultura y Turismo, este modelo de turismo sostenible fortalece a las comunidades rurales. El Hongosto no solo atrae visitantes: promueve el respeto por la biodiversidad, el valor del conocimiento local y el consumo responsable.

Al sumarse al micoturismo, el viajero no solo recorre caminos, también escucha historias, honra tradiciones y ayuda a preservar un ecosistema que da sin exigir. Es una forma de mirar el bosque no solo como paisaje, sino como hogar compartido.

Camina, aprende y honra el Hongosto