Balazos en el pie
¿Alguna vez te han dicho una mala noticia, que no sabes qué fue peor, si la noticia en sí o el cómo te la dijeron?
Y es que transmitir una noticia mala es algo que nadie o casi nadie -a ciencia cierta- sabemos hacer, porque no depende solamente de cómo lo digamos, sino de qué hacer en cuanto a la reacción de la persona que recibe la mala noticia.
Ahora bien, aprender a dar una mala noticia es muy difícil, pero sí es posible analizar y reflexionar de vez en cuando algunos aspectos para tenerlos en cuenta en caso necesario.
Por principio de cuentas, se debe considerar qué dimensiones tiene la mala noticia, es decir; en ocasiones no es necesario transmitirla, ya que se puede dar solución sin que se convierta en motivo de alarma para los demás. Ser prudente, me parece, es el paso número uno.
Si la noticia se refiere a la enfermedad de alguien, siempre se debe considerar ser honesto y sobre todo darle la oportunidad a la persona que la padece de tomar en sus manos el control de sus decisiones. En nuestra cultura, hablando de Latinoamérica, solemos no querer hacer sentir mal al otro, y regularmente guardamos las malas noticias o las disfrazamos; sin embargo, al hacer esto, sobre todo en caso de alguna enfermedad terminal, quizás estamos impidiendo que el enfermo pueda llevar a cabo algunas tareas, acciones o deseos desde otra perspectiva, o incluso antes de partir.
Por otro lado nos podemos encontrar en la necesidad de comunicar la muerte de alguien, es verdad que ninguno de nosotros quisiéramos estar en esta circunstancia, pero en ocasiones es necesario. En este sentido, es importante que se busque la manera de hacerlo cara a cara, ya que se debe prever una reacción impulsiva de la persona que recibe la noticia.
Darle tiempo y oportunidad para que desahogue sus emociones, permitirle hablar, escuchar. Brindarle apoyo para acompañarlo, si fuera el caso, o llevarlo al lugar donde tenga que trasladarse, conducir o salir a la calle en un estado emocional alterado puede ser muy peligroso.
Hay otras malas noticias en las que se tiene que considerar si se deben decir o no. Por ejemplo, te enteras de que a tu amiga o amigo su pareja le es infiel, en estos casos es importante tomar en cuenta el grado de confianza que se tenga para inmiscuirse en temas tan delicados, ya que regularmente las parejas se conocen bien uno a otro, y a veces éstas se reconcilian y queda en muy malos términos el «amigo» o la «amiga» que sólo quería ser leal.
En conclusión, ninguno es experto en decir malas noticias, pero la prudencia, la calma, la comprensión y sobre todo la inteligencia son elementos fundamentales para transmitir de la mejor manera la peor noticia, o bien para elegir de manera asertiva al encargado de hacerla llegar.
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