Balazos en el pie
Desde tiempos de Platón, la justicia es considerada una virtud especial que regula y equilibra las otras virtudes, incluso identifica justicia con felicidad cuando afirma que sólo el justo es feliz y el injusto es desdichado. Además, la justicia es definida en el diccionario como “principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde”. Por otro lado, Hans Kelsen nos dice que aspirar a la justicia es el aspirar eterno a la felicidad de los seres humanos y al no encontrarla como individuo, el hombre busca la felicidad en lo societario.
Hasta aquí entonces podríamos decir que si las personas perciben justicia son felices. Pero la justicia también es algo subjetivo, que se aprende a partir de las experiencias a muy temprana edad, ya que si le preguntáramos a las personas qué es la justicia, seguramente nos darían su propio concepto y tal vez éste no sería en un sentido hacia los demás, sino que partiría de una percepción personal, lo cual es válido, siempre y cuando incluya elementos como “verdad y equidad”. Sin embargo, ¿qué pasa cuando este concepto personal afecta a otras personas ocasionando que alguien pueda ir a la cárcel injustamente o bien perder todo lo que tenga y es?
Mas toda esta palabrería, nos lleva a suponer que las personas que no son felices encuentran que en alguna parte de su vida no está aplicado el sentido de justicia. Por tanto, es importante que nos asomemos a nuestra vida para revisar detenidamente si desde nuestro actuar existe el sentido de la justicia.
Por lo que se me ocurre hacer hincapié en que desde la infancia se aprende de cierta manera el sentido de justicia y si retomamos lo que anteriormente se dijo sobre ella, en cuanto a que justicia es dar lo que a cada quien corresponde, ¿no será muy fácil que el hilo que separa a la justicia de la equidad y sobre todo de la envidia sea muy delgado?
Pongamos como ejemplo algunos episodios que se observan muy a menudo desde la niñez, supongamos que se lleva a dos niños pequeños a una nevería y ambos piden un helado, por alguna razón, que no es intencionada por parte del nevero, da un poco más de helado a uno de los dos niños, casi siempre uno de ellos dirá, ¿por qué a él le dan más que a mí?, o cuando arriban los Reyes Magos a una casa en donde habita más de un niño, suele suceder que comienzan a comparar los juguetes que a cada uno le dieron y le aseguro que más de uno de ustedes ha escuchado, “mira mi juguete es más grande que el tuyo, o mi juguete hace más cosas que el tuyo”, ¿cómo han reaccionado ante esta circunstancia ustedes adultos?, desde aquí se puede observar cómo es que las personas van construyendo su propio sentido de justicia.
Y no se diga cuando vamos creciendo, en la escuela a veces el competir con los compañeros por una calificación nos puede hacer pensar que la maestra o el maestro no han sido justos, ya que desde nuestra perspectiva nuestro trabajo merecía mejor calificación que la del compañero.
Es así como en muchas circunstancias de la vida nuestra percepción va construyendo lo que es la justicia, por lo que cuando somos adultos, en ocasiones casi por cualquier cosa decimos: “no es justo”, pero ese no es justo ¿realmente tiene que ver con la definición de lo que es justicia o se trata de una percepción personal que tiene más que ver con lo que creemos que merecemos o lo que preferiríamos que fuera?
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