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La Polémica | Toluca se tiñe de rojo
ALMOLOYA DE JUÁREZ, México, 13 de julio de 2015.- Tras opinar que Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” no se fuego sino que lo sacaron sus amigos (custodios), la esposa de uno un interno narra el “viacrucis” por el que tiene que pasar cada nueve días, pues las custodias le exigen que se desnude totalmente para entrar al Penal Federal número 1 del Altiplano y poder visitar a su esposo.
La señora detalla que no es sencillo trasladarse de una entidad vecina al Estado de México y llegar a lidiar con los custodios que no tienen la más minina educción para tratar a los visitantes-familiares, no con atenciones, precisa, sino simplemente de forma normal, como un elemento de seguridad que cumple con su función que es ser estricto pero no grosero y abusivo desde su posición de autoridad.
“Nos piden que nos desnudemos totalmente. No nos tocan pero si nos quitan la ropa”, narra la joven señora.
Precisa que son cinco filtros por los que tiene que pasar y someterse a registros y entrega de documentación que previamente tramitó para poder estar en el padrón familiar de visitas del interno.
Sobre este punto es de destacar que el acceso-visita solamente le es permitido a familiares directos del interno.
El primer filtro al que se enfrenta la esposa, es uno de los más complicados pues aunque solamente se le pide su documentación para el registro, como los policías que están en esa área, asegura, no saben escribir en computadora, tienen que hacer su funciona a mano, solamente ahí se pierde “no más de media hora”, ironiza la esposa.
Una vez que se está en las instalaciones federales de máxima seguridad, el nivel de revisión se incrementa sustancialmente, hasta llegar al cuarto donde la visitante se tiene que desvestir totalmente, ante la mirada de las señoritas custodias que colaboran en el resguardo de las instalaciones ubicadas en la periferia del municipio y a 15 minutos de Toluca.
“En el segundo filtro tengo que quitarme el sweter y someterme a una revisión donde se nos tratan de forma muy déspota, porque a veces no traemos la ropa adecuada y si la traemos por sus pantalones no nos dejan pasar y nos regresan”, precisa.
El tercer filtro es en una sala de espera, donde se tienen que someter a un registro administrativo y plasman sus nombres en las bitácoras de visita y a cambio obtienen credenciales que es el conducto para tener acceso.
“Luego se quedan las horas platicando para que nos dejen pasar porque no son agiles para ese trámite y no les importa quitarnos nuestro tiempo; después tenemos que pasar por otro filtro donde es otra revisión, donde es otro registró, nos vuelven a revisar y pasamos a otro filtro que es la puerta del penal donde es otra revisión y otro filtro en donde nos pasan por una máquina de rayos X”, narra la esposa.
Sobre este último punto, precisa que cuando los custodios consideran que hay algo extraño en el cuerpo de algún visitante y supuestamente es detectado por la máquina de rayos X, los regresan e indican que no podrán acceder.
Una vez que se libró el filtro de los rayos x, las visitantes son conducidas al cuarto donde se tienen que desnudar totalmente, situación muy engorrosa, indica la esposa.
Para las 12:00 del día los familiares, pueden acceder máximo tres, ya tienen la posibilidad de tener contacto con su ser querido.
El encuentro se da en cuartos que la esposa equipara con las dimensiones de un baño, no más de tres metros cuadrados donde hay sillas y mesa.
A diferencia de los cárceles estatales donde los familiares pueden convivir con alimentos con el interno, en el Altiplano no se permite acceder con ningún tipo de comida.
El horario de la visita programada cada nueve días es de 09:00 a 13:30 horas, pero como el proceso de acceso se puede prolongar por más de dos horas, en los hechos la visita dura 120 minutos y sí la esposa quisiera tener la vista intima tiene que esperar a que los custodios lo permitan.
“Cuando estamos en el cuarto de visita y queremos salir al baño, pasan muchos minutos para que nos hagan caso, para que nos escuchen”, concluye la esposa de un interno.