Libros de ayer y hoy
El presidente se ha despojado exitosamente de los signos formales del poder, para acumular en su puño todo el poder real del país.
Se destruyó un aeropuerto de talla mundial, con la pérdida de alrededor de 200 mil millones de pesos, más 45 mil empleos y una fuente de ingresos contante y sonante para el erario y los beneficiarios de la derrama turística.
Vamos a tener dos aeropuertos, uno de los cuales hay que hacerlo prácticamente nuevo porque es base militar, y en lugar de aumentar el número de vuelos a México van a disminuir (IATA).
Se va a construir una refinería en Dos Bocas cuyo costo, según el Instituto Mexicano del Petróleo (citado por Carlos Loret), ascenderá a 14 mil millones de dólares y no será rentable en el mediano plazo. La inversión se recuperará en décadas, generará más gasto y más endeudamiento a Pemex, mientras en Texas hay en operación cerca de 60 refinerías con capacidad para procesar el crudo pesado mexicano.
Esas dos medidas, cancelar aeropuerto y hacer refinería, provocaron una reacción negativa de la comunidad financiera internacional y nacional, quienes aplauden al presidente, pero no invierten.
La economía está parada porque el presupuesto se volcará a entregar dinero en efectivo a 22 millones de beneficiarios -a través de los súper delegados-, que serán voto cautivo para Morena. El país se pintará de guinda en las próximas elecciones federales y estatales.
El ánimo positivo de los ciudadanos camina en sentido opuesto a la economía.
De acuerdo con lo reportado por el INEGI el viernes, la inversión productiva cayó en diciembre 6.4 por ciento.
La encuesta del Banco de México entre especialistas en economía, del sector privado, el 87 por ciento piensa que la economía no va mejor que hace un año y el 63 por ciento afirma que este es un mal momento para realizar inversiones (citado por Víctor Piz el pasado miércoles en estas páginas).
Es decir, se deterioran la confianza para invertir y la confianza en la economía.
Ocurrió lo que no había sucedido en 81 meses: el turismo arrojó una caída de 1.8 por ciento de visitantes en diciembre y de 3.5 en enero (citado por Joaquín López-Dóriga en Milenio).
Enrique Quintana, director de El Financiero, apuntó hace un mes que la producción industrial cayó a un ritmo de 2.5 por ciento a tasa anual.
Que la construcción tuvo una caída de 3.9 por ciento.
Que las obras de ingeniería civil cayeron 11 por ciento en enero.
Que el crecimiento del empleo tuvo una reducción del 16.8 por ciento.
Que estamos ante un freno muy serio en la economía y el empleo.
De acuerdo con el Índice Global de Actividad Económica, la dinámica de la actividad económica crecía en octubre al dos por ciento, en noviembre al 1.8 y en diciembre se desplomó al 0.2 por ciento, el peor dato en nueve años.
La calificación crediticia para México cambió de estable a negativa. También para Pemex, CFE y las más importantes empresas privadas del país.
Especialistas de Monex señalan que los datos económicos mostrarán (como efectivamente mostraron con el informe del IGAE) el estancamiento por los bloqueos de la CNTE a los ferrocarriles, las huelgas en las maquiladoras de Tamaulipas y el desabasto de gasolinas. (El Financiero 26-2-19)
Para expertos de Goldman Sachs, «el crecimiento del PIB en México ha sido modesto en los últimos años y creemos que está a punto de empeorar, ya que la tendencia de desaceleración se intensificó durante el inicio del primer trimestre de 2019, agravado en parte por una serie de factores ideológicos». (El Financiero, 26-2-19).
Creyeron que el combatir la corrupción, la economía caminaría sola. No es así.
Las adquisiciones sin licitación se multiplican. Antes a eso se le llamaba corrupción.
Se acabó la estabilidad laboral que tuvimos por décadas, al estallar, en dos meses. más huelgas que en todo el sexenio pasado y el antepasado. Subir el salario mínimo hasta 100 por ciento en la frontera norte contaminó el resto de negociaciones salariales: todas van por 20 por ciento de incremento.
En enero los ingresos del gobierno -según la SHyCP- cayeron 7 por ciento respecto a enero del año pasado. La recaudación de IVA (el consumo de la población) bajó 12.3 por ciento, y la producción de petróleo fue la más baja en muchas décadas.
Se podrá decir, y es verdad, que la caída en los ingresos se compensó con una baja en el gasto. Pero eso (ingresar menos y gastar menos), en una persona, en una familia o en un país, se llama empobrecimiento.
Enero fue el mes más violento en un siglo. En diciembre-enero, según cifras oficiales, los homicidios dolosos aumentaron 11.4 por ciento, la extorsión subió 39.5 por ciento y el secuestro se incrementó 38.3 por ciento.
Bienvenido el optimismo, pero los datos dicen otra cosa.
En 100 días han habido aspectos indudablemente positivos, negativos, y otros desagradables, como veremos mañana.