
Controlaba hasta la paquetería La Familia Michoacana en Edomex
Cada 21 de julio se celebra en nuestro país el Día del Perro. Es una fecha para reconocer y disfrutar la compañía de estas nobles y hermosas criaturas que, con su afecto incondicional, enriquecen nuestra vida cotidiana. Sin embargo, más allá del festejo, esta efeméride también nos invita a reflexionar sobre el lugar que han ocupado los animales en nuestras vidas en el contexto de las sociedades modernas.
El avance del neoliberalismo ha tenido múltiples consecuencias sobre los vínculos humanos. Una de ellas es el incremento de la soledad entre personas jóvenes, adultas y mayores. El modelo económico actual, centrado en la productividad individual y el consumo, ha erosionado poco a poco los lazos sociales, afectando profundamente la forma en que nos relacionamos. Existen estudios que muestran un aumento sostenido en la preferencia por la soltería y un descenso en los matrimonios, acompañado por un aumento en las tasas de divorcio.
Este panorama evidencia cómo el sistema económico impacta nuestras relaciones socioafectivas, llevando a muchas personas a reemplazar los vínculos humanos por relaciones con sus mascotas. Aunque siempre se ha dicho que el perro es el mejor amigo del ser humano —y su presencia a nuestro lado se remonta a los inicios de la civilización—, esta sustitución emocional merece una revisión crítica.
Nuestros acompañantes de cuatro patas merecen nuestro amor, respeto y cuidado, pero no deben convertirse en reemplazos de los vínculos humanos. Si bien nos ofrecen compañía, su rol no debe ser el de llenar vacíos afectivos que el sistema nos impone al desarticular el tejido social.
Como individuos y como sociedad, necesitamos resistir a esta lógica de aislamiento. Recuperar la capacidad de establecer lazos genuinos con otras personas es esencial para reconstruir la colectividad y fortalecer el entramado humano. El capital, como tantas veces en la historia, se alimenta del miedo, la carencia y el desarraigo, promoviendo incluso la humanización excesiva de nuestras mascotas. Así, se les asignan roles, prácticas y actividades que no les corresponden por su naturaleza animal.
Hoy, celebramos el Día del Perro con alegría, pero también con conciencia. Honremos a estos animales por lo que son: seres leales, sensibles y compañeros valiosos. Amémoslos y cuidémoslos, sí, pero sin imponerles la carga de suplir nuestras necesidades afectivas más profundas. Para eso, está, y debe seguir estando, el vínculo humano.