Balazos en el pie
Y bueno, para empezar el año amanecimos con la noticia de que un diario de origen inglés ubica a México en la lista de países con un alto riesgo de desorden social. Situación nada más alejada de la realidad, porque los mexicanos necesitamos mucho más que una reforma energética, aumento de impuestos, violencia en las calles, falta de salud o malos gobiernos para despertar.
Si el diario inglés The Economist hizo sus predicciones sin tomar en consideración la idiosincrasia mexicana, seguro se va a equivocar; la prueba es que en cualquier país del mundo, si alguna medida perjudica al pueblo, el mismo se organiza, se manifiesta y hace que su gobierno reconsidere la medida tomada. En México La Mayoría Silenciosa está dormida, en una zona de confort, de letargo, no tiene la necesidad ni de manifestarse, porque mientras tenga para medio comer, reciba servicios de salud, educativos y sociales de mediana calidad, pueda medio divertirse, las personas no van a mover un dedo más para levantarse a pelear por sus derechos.
Bueno la noticia fue tan sonada y dejó tan en mal al gobierno mexicano, que nadie del equipo de Peña Nieto salió a defender la paz social que vive México, el crecimiento económico del país, el desarrollo social, las reformas que nos permitirán crecer hasta los cuernos de la luna; el silencio fue la forma más clara de negar algo que no sucederá al menos en el corto plazo.
Incluso la noticia de tener al mejor ministro de finanzas de América Latina mereció felicitaciones de la clase política a Luis Videgaray. Vaya contradicción mientras unos nos ponen en riego de desorden social otros no felicitan por la medidas tomadas.
Pero vamos al meollo del asunto, la mayoría de los mexicanos se encuentran en la llamada clase media, por tanto tienen lo suficiente para comer, mandar a sus hijos a la escuela, comprar un carro de dimensiones medianas, divertirse y tener esparcimiento, además de tener un negocio o trabajo que les permite contar con estas pequeñas necesidades.
Los mexicanos no ven algún peligro para perder su estatus social. Por tanto no tienen la intención de levantarse en armas, de hecho por naturaleza nos da miedo enfrentar estas situaciones, somos pasivos ante los conflictos, en parte porque no sabemos enfrentarlos de una manera organizada, pacífica y sin violencia y, en parte porque no tenemos la preparación para hacerlo de esta manera, nuestra manera de reaccionar es violenta pero ese momento todavía no llega. Así nos educaron.
Mientras las clases más pobres aceptan que la vida que tenemos es cosa del destino, y por tanto, no está en nuestras manos hacer algo para cambiarla, bendecimos al gobierno por ayudarnos con una despensa para medio comer, darnos una beca que no alcanza para nada, pero nos ayuda a que nuestros hijos reciban una educación de mala calidad, recibimos asistencia social, el gobierno nos ayuda con una pensión para nuestros padres y nuestros abuelos; en fin, qué más podemos pedir.
Sin bien es cierto que los grupos inconformes han crecido, en los últimos años no hay alguno que verdaderamente ponga en riesgo la tranquilidad nacional, los maestros fueron silenciados metiendo a la cárcel a su líder, los de la CNTE no tienen el potencial humano ni los recursos para poner en jaque a Peña Nieto, es más, no es su intención, lo que verdaderamente quieren es mantener sus cotos de poder.
Los anarquistas van paso a paso, pero difícilmente conseguirán el apoyo de millones de mexicanos para su causa, la razón es muy sencilla, no hay afinidad con ellos y su lucha, es más, son vistos como revoltosos e inadaptados, si verdaderamente quieren convencer tienen que dar a conocer un verdadero proyecto con ideas claras.
Así las cosas, el estallido social está muy lejos, hartazgo social hay mucho y desde hace mucho tiempo, desorden social hay mucho, el mismo gobierno lo origina. Dios aprieta pero no ahorca, piensa la clase media.