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TOLUCA, Edomex., 7 de febrero de 2014.- Señores, jóvenes e incluso adolescentes, de lunes a sábado se apuestan a las afueras de la Central de Abasto de Toluca en espera de trabajo, el cual llega cuando algún operador de tráiler o camión tipo torton disminuye la velocidad, mueve su mano derecha o simplemente toca las cornetas de su unidad, para solicitar manos fuertes y con ganas de cargar o descargar cientos de cajas que pueden ir desde pañales, servilletas, frascos de café, hasta costales de arroz, azúcar o frijol, entre otros productos.
La actividad para los trabajadores, que manejan tarifas que van desde 80 centavos hasta 2.50 o incluso 3 pesos por caja o bulto cargado, inicia a las cuatro y cinco de la madrugada, cuando bien enchamarrados y entorno a las fogatas, aguardan pacientemente el arribo de decenas de tráileres que llegan al centro de distribución de alimentos, y mercancías en general, más importante de la Zona Metropolitana del Valle de Toluca.
“El chiste es levantarse temprano y ser paciente; aunque la chamba bajó en comparación a otros años, hay que aguantar, hay que esperar a que algún chofer nos haga la señal para correr, subirnos al tráiler o nada más seguirlo hasta la nave donde va a descargar”, precisó Jaime, joven de 24 años que lleva siete años desempeñándose como cargador.
Otro de sus compañeros, el cual se reserva su nombre, explica que el patrón da dinero a los choferes de los tráileres, precisamente para pagar a las personas que ayudan a descargar la mercancía; en otros casos, es el dueño de la bodega el que realiza el pago.
“Lo que se cobra más caro es el pañal y los frascos de café, lo que se paga más barato son las cajas de rollos de papel, es variado. Algunos compañeros cobran menos con tal de quedarse con la chamba porque en estos momentos está muy escasa”, precisó otro cargador.
Por su parte, el señor Emilio, de 55 años de edad, quien lleva más de 20 años de cargador, reconoce que los jóvenes están ganando espacios, porque son los que corren a los tráileres, son los que caminan con facilidad a las bodegas de las diferentes naves y ofrecen sus brazos a los dueños de las mismas.
“Cuando no me cae nada, le busco de albañil, le busco de chalán, le busco de lo que sea para poder llevar algo de dinero a casa”, comentó.