Balazos en el pie
Hace algunas horas, recibí en mi correo electrónico un escrito sin firma que me llamó la atención por abordar un tema que, confieso, poco interés genera para mí, pero que en realidad a un gran sector de los comunicadores les sigue generando escozor en estos momentos, unos días antes de que sea entregado por el gobierno del Estado de México… el Premio Estatal de Periodismo “José María Cos”.
La galardonada en esta edición 2012 será una reportera que lleva a cabo el reporte vial para el canal de televisión oficial y que, de acuerdo con lo que decía este “comunicado”, no registra un curriculum que le haga valer la denominación como presea Estado de México en su categoría de periodismo e información.
Omito con intencionalidad el nombre de la galardonada porque, reitero, es un tema que para mí no genera mayor interés; lo que sí me genera un interés claro es poder señalar mi consideración en torno a este tema de las preseas, los preseados y quién otorga estos “reconocimientos” a la labor periodística mexiquense.
Desde mi muy particular punto de vista, este premio, y por lo menos en la categoría de periodismo e información, es algo que el gobierno mexiquense debería de rehusarse a otorgar por una muy simple y sencilla razón, el premio al periodista no lo puede dar un gobierno, por muy bueno o malo que éste sea; el premio y el reconocimiento a la labor de contar lo que nosotros contamos es algo que sólo le compete a la sociedad en pleno, a nadie más.
Este es un derecho que ella tiene, desafortunadamente es el gobierno el que ha pretendido diezmar este beneficio social netamente al corromper a un gran número de periodistas, que se sientes desplazados cuando sus nombres no aparecen en la decisión final de los jueces, que por cierto, por lo menos en este año, ninguno de ellos sabe o tiene un perfil que le permita ser un conocedor de esta noble profesión.
Desde mi muy particular punto de vista y una vez que me enteré hace muchos años de una frase que digirió Hermann Bellinghausen, cuando le informaron que él recibiría el premio nacional de periodismo en el sexenio de Ernesto Zedillo y que refería “no puedo recibir un premio de un gobierno al que critico”, me quedó muy claro que un periodista no puede vivir y ejercer su labor pensando que en algún momento le darán un premio estatal, municipal o nacional por hacer lo que con corazón realiza.
Conozco personalmente a varios de los que en años anteriores han sido galardonados con esta presea y me queda claro que en la gran mayoría de las ocasiones se aceptó el premio pero no por lo que éste significara en la hoja de vida de un periodista, sino por la recompensa económica que éste atraía consigo.
Yo personalmente hago acuse de recibo de un premio mucho mayor todos los días, cuando usted se toma un par de minutos de su tiempo para leer lo que considero que se debe de dar a conocer, o en ocasiones como esta para plantear lo que es meramente mi opinión personal sobre un tema referente a mi profesión.
Si el gobierno del Estado de México quiere continuar dando premios a “sus” periodistas es muy su problema, pero si en realidad quiere honrar esta profesión debería dejarnos trabajar con libertad de movimiento en los actos oficiales donde desde hace varios años, a los periodistas se les pretende encerrar en corralitos para evitar que haga lo que de todos modos deben hacer, preguntar.
Me permito cerrar esta colaboración con una frase de Ryszard Kapuscinski, que dice más o menos así: “Podemos encontrar muchos periodistas jóvenes llenos de frustraciones, porque trabajan mucho por un salario muy bajo, luego pierden su empleo y a lo mejor no consiguen otro. Todo esto forma parte de nuestra profesión. Por tanto, tened paciencia y trabajad. Nuestros lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas, que reconocen enseguida la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociarla con nuestro nombre; saben que de ese nombre van a recibir un buen producto. Ése es el momento en que se convierte uno en un periodista estable. No será nuestro director quien lo decida, sino nuestros lectores”.
Agregado será: si nuestro director no lo decide, mucho menos el gobierno.