Balazos en el pie
Eruviel Ávila Villegas da golpe de timón, no quiere ser devorado por las embravecidas olas de la política nacional, ni mordido por los tiburones de la delincuencia. No. El doctor aún quiere ser capitán de este bote que se hunde, que se hunde que se hunde.
Su embarcación está sumamente golpeteada, debilitada su bandera con esta enorme G que para él significa «pensar en Grande», pero lo único grande que a él le queda es en delincuencia; también en ejecuciones, en asaltos, en robo de autos y en quejas ciudadanas por su mala manera de conducir la nave mexiquense.
Pero a pesar de sus difíciles condiciones de navegación y con el agua en el cuello, el capitán Ávila saca la cabeza y expresa que no «se hundirá», pues piensa en grande y asegura que este país aún lo necesita (bueno, es lo que dice él, sus electores creen que se debe de ir a casa y que le deje a otro su lugar).
En ese golpe de timón, acepta y empieza a mover la prensa a su favor, con gacetillas pagadas y entrevistas a modo, para dar a conocer «un plan estratégico» para combatir a la delincuencia.
Se luce -como si fuera torero y no gobernador-, dando capotazos para esquivar la responsabilidad de combatir la inseguridad, haciendo hablar a las cúpulas empresariales y al clero, para que digan que todo va viento en popa, que «su estrategia» es la más fregona del país y que «ya funciona», que se están acabando los tiburones de la delincuencia que se devoran diariamente vida de inocentes mexiquenses.
Pero no es así, su realidad es otra, tan sólo en su tierra natal, Ecatepec, a diario hay uno o dos ejecutados; en Neza, ni que negar, otros más. Esos muertos se le olvidan rápido a Eruviel, se le olvida que tienen familias, esposas e hijos que les lloran.
A él sólo le interesa su silla gubernamental y navegar en las aguas de la omisión; repetir su cansado discurso de todos los días y negar una y mil veces que su barcaza está a punto de sucumbir.
Eruviel da golpe de timón, esperemos que ahora sí pueda conducir bien su barco.