Balazos en el pie
La amenaza de la CETEG, familiares de los desaparecidos de la normal de Ayotzinapa y sus simpatizantes, así como del conflicto de las autodefensas, maestros y normalistas en Michoacán, de no permitir el libre desarrollo de los comicios del próximo 7 de junio, es una muy seria amenaza no solo para la democracia mexicana, sino al derecho de las mayorías, pues independientemente de qué tan justas y legítimas sean las muy particulares demandas de esos grupos, no se puede imponer la protesta de unos cuantos sobre toda la ciudadanía.
Sin afán de descalificar a los grupos que tradicionalmente son de izquierda y que algunos llaman «combativos», suelen castigar a los ciudadanos de distintas maneras que van desde impedirles el libre tránsito consagrado en la Construcción, hasta no permitirles realizar compras o entrar a sus centros de trabajo.
Lejos de sumar simpatía o muestras de solidaridad popular, generan rechazo, fomentado también por los noticieros de la televisión que es el medio por el cual la mayoría de la gente se «informa», seguido por las noticias de las estaciones de radio. Y eso que una de sus eternamente trilladas consignas que gritan en sus marchas es la de «únete pueblo» o la clásica «el pueblo unido, jamás será vencido».
Definitivamente hay algo más que la exigencia de la presentación con vida de los normalistas, con la también no menos gastada frase de «vivos se los llevaron, vivos los queremos». Haciendo a un lado el legítimo movimiento de los padres de esos estudiantes que llevan 111 días sin aparecer, existen otras organizaciones que a nombre de ellos toman carreteras y casetas de peaje para pedir «cooperación voluntaria» a cambio de no pagar la caseta, lo que casi siempre es conveniente para los automovilistas porque dan menos de lo que pagarían en la caseta de cobro. Solo que les dicen que ese dinero es para los familiares de los desaparecidos y resulta que muchas veces esos padres de familia no ven un solo peso de lo recaudado en su nombre.
Y qué decir de los maestros ultra radicales de la CNTE, de la CETEG y de otros estudiantes de normales normalistas que ya traen toda una formación ideológica «socialista» propia de los años sesenta y preparados para la «lucha combativa» bajo el logotipo de la hoz y el martillo.
Todo eso podría respetarse siempre y cuando no interfiera con las manifestaciones pacíficas pero ese es precisamente el problema: que no pretenden ni siquiera la solución de sus demandas, sino la confrontación y el caos. De ahí la estúpida «estrategia» de ir a provocar al ejército mexicano. Pretenden repetir el conflicto de la CNTE y la APPO en Oaxaca en pleno proceso electoral del 2006.
Hoy algunos de esos cabecillas gozan del producto de esa «lucha» y otro hasta es diputado local en el conflictivo estado. Con la diferencia de que en ese polémico año sí se realizaron las elecciones.
Dentro de poco sabremos quién o quiénes están detrás de todo eso. Solo es cuestión, como siempre, de seguir la huella del dinero, de los apoyos, llamados por ellos mismos pomposamente «conquistas»…