
Vive Saludable, Vive Feliz
Emiliano Pérez Cruz/Quadratín Debate
Nezahualcóyotl, 15 de enero de 2017.- Le decíamos la Señito, más por miedo que por respeto. Vendía flores en el mercado de la colonia: todas las mañanas, cuando nos dirigíamos a la escuela, ella bajaba del camión con su inmensa falda larga de tehuana por delante y una bolsa en cada mano.
El camión arrancaba y entonces aparecía la Señito de cuerpo entero: sandalias de plástico, trenzas que le colgaban una a cada lado del cuerpo y a la espalda; atados con el rebozo, los mazos de margaritas, gladiolas, nubes, nomeolvides, nubes…
El rebozo atestado de flores le crecía otro tanto del cuerpo sobre la cabeza.
Encaminaba sus pasos rumbo a la casa que ocupaba en una parte del llano que después sería vecina de la avenida principal: bardeada en su totalidad con tabique colorado carcomido por el salitre, imponía miedo a la chiquillada por la altura que alcanzaban los muros. Luego desparramaba calabazas y jitomates podridos para los marranos que criaba en el traspatio de su vivienda.
Esa capacidad de carga alucinaba a los chamacos, quienes en las pláticas hogareñas escuchaban que la Señito se dedicaba a la brujería. Pero no había tal oficio. Sucedía que a la Señito recurrían las señoras del barrio para que les curara de empacho a los chamacos sobándoles la barriga con pan puerco o pomada de manzana; levantaba molleras bebés sorbiéndoles ahora sí que el seso; ahuyentaba el espanto con limpias que ejecutaba pasándoles por todo el cuerpo ramos de pirul y flores.
Durante sus curaciones rezaba y encomendaba al enfermo a tales y tales santos.
También curaba torceduras y era una especie de sicóloga a la que recurrían quienes se sentían o sabían traicionadas por su pareja: nada de que les pasara un huevo por el cuerpo y que, al abrirlo, aparecieran arañas patonas y peludas y sabandijas mil: no caía la Señito en la charlatanería, pero había recorrido buen trecho por el camino de la vida y más bien aconsejaba:
—Tienes que ser más mujer con él, mujer: la otra puede que le dé atole con el dedo o le embarre los bigotes con manteca, y los hombres son tan pen… tontos que se van de hocico ahí donde ellas quieren.
“Si quieres recuperar a tu hombre báñate, arréglate, quítate lo fodonga y verás si no al rato va a pedir más de lo mesmo… Y sobre todo, no te cisques para hacer todo lo que te pida, y también todo lo que se te ocurra hacerle y que a ti te complazca, pus qué caray: ¡¿cómo que nomás ellos van a sentir la muerte chiquita?! ¡¿Y a una qué, que se la traguen los marranos?!”
Claro que la fama pública poco apuraba a la Señito. Vendía sus flores en el mercado y también las yerbas de olor para darle sazón a los alimentos y las plantas curativas que le solicitaban. No necesitaba ser clarividente para dar las malas noticias cuando era necesario:
—Tú nenita se va a morir…
Y la madre, angustiada porque no le hallaba curación a la enfermita, acudía a la Señito con toda la fe que da la desesperación y haciendo a un lado las habladurías que sobre la médico tradicional se cernían:
—No me diga eso, Señito: ¡cómo que se me va a morir mi nena, este angelito!, ¿pus qué tan mal me he portado que Diosito se la va a llevar de mi lado?
—No es que te hayas portado mal, muchacha, pero la niña está muy delicada, deshidratada… Mejor pega carrera al hospital que te quede más cerca, porque esta niña ya no es diarrea lo que tiene, sino disentería y está obrando sangre. Tiene una infección que sólo Dios sabe en que va a parar. Pero vete ya, mujer, quien quita y se te haga el milagro.
Quienes recurrían a tiempo a sus servicios y salían satisfechas, la recomendaban entre el vecindario, y la Señito se iba ganando el respeto de la gente… Pero las flores naturales fueron perdiendo ante la irrupción, primero de las hechas de papel, y después de plástico, incluso con aroma artificial.
La Señito dijo a sus allegadas que vendería su terreno y se iría para su pueblo, que la dispensaran muchito pero que ya estaba canijo ganarse la vida como ella sabía y que mejor ai de vez en cuando las vendría a visitar.
Y se fue la Señito con sus flores variopintas, su sabiduría y sus consejos para que las mujeres recuperaran al ser amado.