Reforma Judicial en el Estado de México
MORELIA, Mich., 21 de enero, 2017.- Ante la falta de líderes, lo que está surgiendo es una figura de mártir, y no es porque realmente lo sea, sino porque las circunstancias en torno a su caso, así lo hacen ver; nos referimos a José Manuel Mireles Valverde, fundador de los grupos de autodefensa de Tepalcatepec.
En reiteradas ocasiones, su abogado y diversos actores políticos y sociales han exigido la liberación de Mireles, detenido desde el 27 de junio de 2014, argumentando que el médico de profesión tiene graves problemas de salud, pero sobre todo dejando en claro que no se trata de un delincuente, sino de un ciudadano desesperado que decidió tomar las armas para combatir a los verdaderos criminales.
De hecho, la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) solicitó a la Secretaría de Gobernación el traslado de José Manuel Mireles Valverde, del Centro Federal de Readaptación Social 4, en Nayarit, al Centro de Readaptación Social David Franco Rodríguez, en Morelia, “a fin de que sea atendido en sus padecimientos físicos y disminuya la dificultad para acceder a los medios para su defensa”.
De acuerdo a la nota publicada por el portal quadratin.com.mx , Víctor Manuel Serrato Lozano, titular de la CEDH, recordó que José Manuel Mireles “se enfrentó, en un entorno de violencia desbordada y de empoderamiento de los grupos criminales en México en los años anteriores, no a las instituciones, sino a los grupos criminales” para defender de manera legítima su vida, la de otros y sus bienes, por lo que “desde la óptica de la legítima defensa, se puede considerar que fue coadyuvante del estado, no su enemigo”.
Las autoridades federales decidieron detener a Mireles –y muchos otros más- por considerar que estaban violentando las leyes, lo cual no está mal; el problema es que a simple vista, un hombre que defendió a su gente de los criminales está muriéndose en la cárcel, mientras que otros que hasta convivían con los capos de más alto nivel salieron de la cárcel a los 8 meses con una fianza irrisoria.
No es la gente, sino el propio gobierno el que está creando un mártir.