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CIUDAD DEL VATICANO, 13 de abril de 2017.- El Papa Francisco celebró la misa del Jueves Santo en una cárcel ubicada a las afueras de Roma y cumplió el tradicional gesto del lavado de pies a 12 presos, nueve de ellos hombres y tres mujeres.
En una ceremonia estrictamente privada, durante la cual no fueron transmitidas imágenes televisivas en vivo, el Papa presidió la celebración “in coena domini” (que recuerda la última cena) en el centro de reclusión de Paliano.
Luego, durante el sermón, explicó a todos los presentes el sentido del gesto del lavado de los pies, cumplido por todos los sacerdotes del mundo este día y también por él. Recordó que, en la última cena, Jesús reconoció saber que iba a ser traicionado por Judas, pero igualmente “amó hasta el final”.
“Amar hasta el final. No es fácil, porque todos somos pecadores, todos tenemos límites, defectos, tantas y cosas y sí, todos sabemos amar, pero no somos como Dios que ama sin mirar las consecuencias, hasta el final. Y para mostrar que él era el jefe, que era Dios, lava los pies de sus discípulos”, dijo.
Recordó que lavar los pies era una costumbre que se realizaba en esa época antes de las comidas y las cenas, porque la gente en el camino se ensuciaba los pies, pero esto lo hacían los esclavos.