Impulsa senadora Estela Arriaga iniciativas sobre inclusión laboral
TOLUCA, Edomex., 5 de junio de 2017.- Caracterizadas por sobrepasar los indicadores de asistencia, las elecciones del pasado domingo, abrirán, sin lugar a dudas, el preámbulo hacia la sucesión presidencial del 2018.
Agotado en el modelo de gobernanza, el PRI logró mantener, sin hegemonía, su principal bastión en Edomex y confirmar su liderazgo en Coahuila, pero pierde Nayarit y retrocede en Veracruz.
A la conclusión de los conteos del PREP, en los cuatro puntos, se reconfigura el mapa geopolítico del país y abre la ruta hacia el proceso de selección de los candidatos presidenciales.
Así las cosas, el priísta, Alfredo del Mazo confirma triunfo en esta entidad, en una proceso cerrado, competido, siempre bajo el fantasma de la irregularidad, el desaseo y el autoritarismo gubernamental.
Pese a ello, el IEEM da cuenta de una participación ciudadana superior al 52 por ciento de electorales, cifra muy lejana a las de la elección inmediata, lo que avala afianza el triunfo tricolor con un 32.72 por ciento a su favor por un 30.72 de Morena.
Las cifras del perredista Juan Zepeda -17.79- confirman que el PRD ganó el mejor activo político, en contraste con la estrepitosa caída de la panista, Josefina Vázquez Mora, quien cayó el sótano con 11.29 por ciento de la votación.
En Veracruz, el PRI fue valpuleado, luego de que la alianza PRD-PAN se adjudicó 104 de las 212 alcaldías y el triunfo de Morena en las principales ciudades de la entidad, como son Coaltzacoalcos, Xalapa, Poza Rica y Orizaba.
En Nayarit, la maquinaria priísta fue insuficiente para hacer que Manuel Cota ganara la contienda y perdiera frente al empresario, Antonio Echeverría, quien obtuvo, hasta este momento, 157 mil 681 sufragios contra los 112 mil 067 suyos.
En tanto, Coahuila, cuya elección ya fue reprobada e impugnada por la oposición, el priísta Miguel Riquelme sacó la casta, logró la victoria priísta con poco más de 337 mil votos por los 324 mil del aliancista, Jose Guillemo Anaya Llamas.
La carrera presidencial ya arrancó, y hoy el PRI está obligado a replantearse, a revisarse, a regenerarse y a ser más competitivo en oferta y propuesta.