Balazos en el pie
López Obrador había confirmado su asistencia a una reunión con el Consejo Coordinador Empresarial este viernes y canceló “por motivos de agenda”. En lo dicho: no puede dialogar con el que piensa distinto.
Es incapaz de explicar él en qué consiste ese nuevo modelo que anuncia para México, y que según el día cambia de opinión y sus intérpretes lo acomodan a conveniencia del auditorio al que se dirijan.
¿Qué oculta AMLO para no presentarse ante los representantes de todos los organismos del sector privado?
Oculta definiciones.
No quiere decir lo que piensa en materia económica, pues lo que piensa es negativo para el sector privado.
Son minoría los empresarios, sí, pero para fortuna de México cada vez más amplia y dan empleo a ocho de cada diez personas en el país.
Era el momento ideal para abordar diferencias y aclarar malos entendidos.
Pero no, no hay malos entendidos: todo está clarísimo.
López Obrador ve a los empresarios como enemigos de clase.
Así lo ha hecho saber durante trece años a quienes lo siguen, que ciertamente son muchos.
Pero no son los empresarios los causantes de los males de la población, sino los que se han opuesto hasta con violencia a la transformación del país.
Inseguridad y corrupción son lacras que irritan a la población, que tienen remedio. Pero destruir la economía, como harán López Obrador y su proyecto, no tendrá solución en décadas y varias generaciones de mexicanos pagarán las consecuencias.
Su animadversión es hacia la iniciativa privada, que la ve como intrínsecamente perversa.
Por durante 25 años ha acusado a las “reformas salinistas” de ser las causantes de la desigualdad en el país y ha prometido echarlas abajo.
A ver, que diga ante un público informado- como es el que integra el Consejo Coordinador Empresarial-, cuáles son esas reformas salinistas que han creado la desigualdad y deben borrarse de la legislación nacional.
¿Va a echar abajo el Tratado de Libre Comercio? Su equipo de campaña, el que elaboró el programa de gobierno de AMLO, dice que no. ¿Entonces?
¿Va a echar abajo la autonomía del Banco de México? Él y su equipo han dicho que no. ¿Entonces?
¿Va a echar para atrás la privatización de la banca y volverá a ser del Estado? Su equipo de campaña dice que no. ¿Entonces?
¿Va a echar para atrás la reforma el 27 constitucional y volverán las expropiaciones de tierras? Su equipo dice que no. ¿Entonces?
¿Va a echar para atrás la competencia en medios electrónicos y volveremos a una sola televisora privada? Su equipo dice que no. ¿Entonces?
Esas son las reformas salinistas contra las que AMLO ha despotricado durante 25 años. Que le diga a los empresarios que no va a cambiar ninguna y que está equivocado.
Ahora dice que el aeropuerto va, en la modalidad de concesión, y hace un par de días decía que era inviable en Texcoco. ¿Entonces?
¿Dónde queda la seriedad? ¿Cuál es la verdad?
Ahora dice que la reforma energética no se va a tocar en tres años, y el 18 de marzo antepasado dijo que no descansaría hasta echarla abajo. ¿Entonces?
¿Cuál es la verdad? ¿Lo que dijo ayer, lo que dice hoy o lo que dirá mañana?
Ante los integrantes del Consejo Coordinador Empresarial habría tenido que definirse, y no asiste porque oculta lo que va a hacer.
Les saca la vuelta. Es obscuro. Por un lado los insulta, y por otro les manda mensajes de que todo quedará igual en materia económica.
Queda claro, por encima de todo, de que es incapaz de dialogar con los que piensan diferente.
¿Vamos a tener un presidente así?
Cuidado con el voto.