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CIUDAD DE MÉXICO, 28 de junio de 2018.- Singular como su nombre, la colonia La Otra Banda sobrevive al sur de la Ciudad de México, aprisionada entre grandes avenidas y espigadas construcciones.
Ahí, en un predio colindante al decimonónico panteón San Rafael, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han descubierto un área que fue ocupada hace 2 mil 700 años, donde las mujeres desarrollaron actividades específicas, posiblemente relacionadas con los cuidados perinatales.
Si se observara en picada desde una de las grandes torres que se levantan en la escuadra que forman el Eje 10 Sur y las avenidas Insurgentes y Revolución, el terreno del Callejón La Otra Banda luciría como un gruyer de 360 metros cuadrados.
Esas oquedades corresponden a 26 fosas de los periodos Formativo Medio (700 a 400 a.C.) y Formativo Tardío (400 a 200 a.C.) que los arqueólogos han registrado a una profundidad que oscila entre 1.23 m a 3.30 m, bajo el nivel de la calle.
Apoyados por un equipo de trabajadores, Antonio Balcorta Yépez y Montserrat Alavez Ortúzar, expertos de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA) del INAH, han invertido cuatro meses de trabajo hasta llegar a este nivel de excavación.
Gracias a la colaboración del arquitecto José Juan Medina Garcés, responsable del proyecto inmobiliario que se llevará a cabo en el sitio, los arqueólogos han tenido la oportunidad de desarrollar la extracción de materiales por niveles, de acuerdo a lo que detalla un comunicado del Instituto.
“De esta manera conservamos los contextos completos. Hasta el momento hemos detectado cuatro etapas ocupacionales, cuatro épocas históricas vinculadas con el inicio del siglo XX, el Porfiriato, el México Independiente y la época prehispánica”, indica Antonio Balcorta.
Explica que en el estrato más superficial se registraron los restos de una casa de tipo rural de fines del siglo XIX e inicios del XX, hecha con bloques de adobe y tepezil, techos de ladrillo y viguería, y pisos de ladrillo.
Por sus características y su fecha de construcción, comenta que esta vivienda pudo servir de prototipo para la construcción de las casas de los obreros que laboraban en la Fábrica de Papel Loreto, a 97 metros al norte.
Otro aspecto interesante, es que en el terreno se encontraron desperdigados restos de municiones de una batalla que en 1914 libraron carrancistas parapetados en la antigua fábrica de papel, contra zapatistas que se hallaban justo en la ribera sur del río Magdalena, a un lado del panteón San Rafael.
En un nivel inferior permanecían los cimientos de tezontle y basalto de habitaciones del siglo XIX, en asociación con cerámica llamada Oaxaca policromo que se elaboró entre 1800 y 1900. Bajo ese nivel “no tenemos presencia de asentamientos de periodos prehispánicos más cercanos. Hay un lapso de dos mil años sin evidencia de presencia humana, lo cual nos remite a las actividades volcánicas registradas en el sur y sureste de la cuenca (años: +/- 50 a.C. a 280 d.C.) que condujeron a su abandono”.
El motivo por el cual contamos con una buena conservación de los contextos preclásicos de las fases Zacatenco (700 a 400 a.C.) y Ticomán (400 a 200 a.C.) en esta parte de la colonia La Otra Banda, se debe a que el terreno se ubica sobre la cima de una loma a 2,296 msnm, por lo que no fue cubierto por “la lava del Xitle, sino que ésta escurrió por la parte sur del lomerío”, detalla el especialista de la DSA.
En el estrato prehispánico de ambas fases, se ubicaron vestigios de muros que definían cuartos, empedrados y apisonados. Los arqueólogos decidieron registrar tridimensionalmente cada uno de estos elementos para continuar con la excavación que ha dado lugar a la localización de 26 fosas, once de ellas en forma de cono truncado.
“Desde entonces hemos tenido una serie de hallazgos que nos han revolucionado los conocimientos que teníamos sobre las fosas del periodo Formativo o Preclásico. Los contextos nos sugieren que estamos ante una aldea donde se realizaban actividades especializadas. La altura, la posición geográfica y estratégica, nos señala que la gente de esta loma pudo tener un control mayor sobre ciertos recursos, en comparación con la aldea de Copilco”.
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