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OCOYOACAC, Edomex., 28 de octubre de 2018.- El camino antiguo que comunicaba a las ciudades de Toluca y México, mejor conocido como Monte de las Cruces, guarda en su memoria la batalla más trascendental en la lucha armada por la Independencia nacional.
“Al primer caudillo de la Independencia mexicana Miguel Hidalgo y Costilla, por su glorioso triunfo en este lugar, el 30 de octubre de 1810”, es la frase con la que el Estado de México, por decreto de su Legislatura de 10 de abril de 1851”, erigió un obelisco sobre un monolito en el Monte de las Cruces, en la cordillera que divide a los actuales Ciudad de México y Estado de México.
Este monumento rinde homenaje a los vencedores de esta batalla, cuando la mañana del 30 de octubre de 1980, las tropas insurgentes al mando de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez enfrentaron a las fuerzas virreinales a cargo del coronel Torcuato Trujillo, quien entre sus filas contaba con el joven Teniente Agustín de Iturbide.
A menos de dos meses de haber iniciado el levantamiento armado en Dolores Hidalgo, Guanajuato, el “Generalísimo de todas las armas de América”, Miguel Hidalgo, y el “Capitán General”, Ignacio Allende, así como Mariano Jiménez y Juan Aldama, comandaban un improvisado ejército que fuentes históricas calculan en 80 mil personas, la mayoría sin la mínima instrucción militar.
A su paso por Guanajuato, San Miguel El Grande, Celaya, Chamacuero, Salamanca, Irapuato y Valladolid, las huestes revolucionarias no habían encontrado más resistencia que la defensa de la Alhóndiga de Granaditas y ahora, en los límites del actual territorio mexiquense se libraría la que a la postre fue la batalla decisiva de la primera etapa armada del movimiento.
De acuerdo con el parte de ambos bandos, los enfrentamientos comenzaron poco después de las 9:00 hrs. y concluyeron aproximadamente a las 17:30 horas, según el testimonio de Fray Juan de Salazar, quien se mantuvo oleando a los caídos hasta las 20:00 y 21:00 hrs.
Los insurgentes ganaron la batalla y avanzaron hasta Cuajimalpa, haciendo retroceder a lo que quedaba de las tropas encargadas de la defensa de la capital de la Nueva España.
Al día siguiente y previendo el inminente arribo de los insurgentes a la capital, el Virrey Francisco Xavier Vanegas tomó mediadas drásticas, una de ellas, ordenar una procesión para declarar a la Virgen de los Remedios “Generala” de las tropas realistas. De manera sorpresiva, el día 2 de noviembre se da la noticia en la ciudad que los revolucionarios se habían retirado.
Las razones por las cuales el Padre de la patria tomó esa decisión nunca han sido claras, únicamente existe una misiva dirigido a Morelos, la cual fue redactada en Celaya, Guanajuato, el 13 de noviembre, en la que Hidalgo argumenta que la decisión de retroceder fue para habilitar la artillería.
Este documento fue certificado años después de consumada la Independencia con una leyenda al margen que dice: “La letra del presente es propia mía y la firma la misma que usaba el Benemérito Hidalgo, de quien era secretario. México, Octubre 5 de 1827. Ignacio López Rayón”.
Si Hidalgo temió una rapiña incontrolable y prefirió evitar excesos por parte de sus huestes -tal como sucedió en Guanajuato-, o si el Virrey Francisco Xavier Vanegas amenazó a Hidalgo con degollar a la viuda e hijas de su hermano Mariano, o a su familia, los motivos reales sólo los supieron él y Allende, quien se inclinaba por tomar la capital.
La decisión tomada en el actual bosque mexiquense incrementó el distanciamiento de Allende con Hidalgo y el movimiento armado se desmoronó a tal punto que nunca más pudieron ganar otra batalla y los héroes nacionales fueron fusilados medio año más tarde, alargando la guerra 10 años más.
Además del obelisco, existen en el Cerro de las cruces, tres estatuas ecuestres que recuerdan el paso de Hidalgo, Allende, Jiménez y en el año 2014, fue inaugurado el Museo de la Batalla del Monte de las Cruces, en el cual se exhiben objetos, documentos, libros e imágenes referentes a la trascendental Batalla del Monte de las Cruces.
El Estado de México rinde honor a este suceso en el segundo cuartel superior derecho de su escudo de armas, donde se encuentra la imagen de un cañón de la época, sobre el lugar donde se desarrolló la batalla del Monte de las Cruces, el 30 de octubre de 1810.