
¿Qué hacen las y los ministros de la Suprema Corte de Justicia en México?
En el momento que estoy escribiendo estas líneas, los católicos, estamos huérfanos de PAPA (Petri Apostoli, Potestamen, Accipiens) la Sede se encuentra vacante; para muchos, no tiene la menor importancia, es un cargo meramente ornamental, de un Iglesia vieja y caduca, de dos mil años, que cambia de dirigente y ya.
Nada más alejado de la realidad, los papas, no son sólo figuras ornamentales de una Religión perecedera, son personajes protagónicos, que hacen la Historia; como ejemplo, veamos que sucedió entre el final de la década de los 70s y los 80s en nuestro mundo:
En 1978 se verificó la elección en cónclave, de Karol Wojtyła como Papa Juan Pablo II, cabe destacar que fue el primer papa no italiano en siglos, proveniente de un país comunista: Polonia. En 1979 se realizó la primera visita de ese Papa a su País nativo, con más de 10 millones de personas que se congregaron en actos públicos masivos, lo que despertó la conciencia nacional y la resistencia espiritual contra el régimen comunista y al año siguiente, se fundó el Sindicato Solidaridad (Solidarność), apoyado espiritualmente por su Santidad, cabe destacar que, en ese año, también se eligió a Ronald Reagan como presidente de EE.UU. quien anunció una postura dura frente a la URSS, lo que abandonó la distensión. El 13 de mayo de 1981, el Obispo de Roma, sufrió un atentado. Posteriormente se descubrieron indicios de implicación de sectores alineados con la inteligencia soviética (KGB y servicios búlgaros).
En 1982, surgió la primera reunión privada entre Reagan y Juan Pablo II en el Vaticano: Acordaron colaborar discretamente en apoyar movimientos anticomunistas, especialmente en Europa del Este. Al año siguiente, Reagan pronunció su famoso discurso sobre el «Imperio del Mal», lo que endureció la retórica contra la URSS y lanzó la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) y presionó la carrera armamentista soviética y en 1984, ocurrió el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre EE.UU. y el Vaticano, y se intensificó la colaboración informal.
En 1985 Mijaíl Gorbachov asumió el liderazgo de la URSS; Margaret Thatcher estableció relación diplomática inicial con Gorbachov y dijo: «Este es un hombre con quien podemos tratar», lo que abrió la vía a negociaciones posteriores. En 1987 Reagan y Gorbachov firmaron el Tratado INF (eliminación de misiles nucleares de medio alcance), resultado de la presión combinada militar y diplomática y el 9 de noviembre de 1989, cayó el Muro de Berlín como resultado de revueltas populares apoyadas moralmente por el Pontífice y políticamente por el bloque occidental liderado por EE.UU. y Reino Unido. Para 1990, Alemania se reunificó en un solo Estado y “Solidaridad” en Polonia accedió al poder político el primer gobierno no comunista del bloque soviético y para diciembre de 1991, llegó la disolución formal de la Unión Soviética, con el fin de la Guerra Fría, colapso del comunismo como sistema de poder en Europa del Este.
¿Un Papa de “chocolate”?… nada más lejano; Ronald Reagan, Margaret Thatcher y el Papa Juan Pablo II articularon una estrategia convergente que combinó presión militar, firmeza diplomática y movilización moral para acelerar la crisis estructural de la Unión Soviética. Su acción conjunta no sólo asfixió económica y políticamente al régimen comunista, sino que también erosionó su legitimidad interna al despertar la conciencia de libertad en los pueblos sometidos. La caída de la URSS en 1991 no puede entenderse sin reconocer la conjunción de fuerza, diplomacia y espíritu que estos tres líderes encarnaron frente al bloque soviético.
La elección de un PAPA, no es un tema menor… nada más alejado de la realidad: “Extra Omnes”.
En tiempos recientes, recordemos a nuestro querido “Panchito” (QEPD): El Papa Francisco cambió el estilo de los pontífices; desde su elección en 2013, renunció a los lujos tradicionales, por ejemplo, vivió en la Casa Santa Marta y no en el Palacio Apostólico, creó una nueva imagen pública: Proyectó a la Iglesia como una institución más cercana a la gente común, centrada en la compasión y no en el poder. Puso a los pobres en el centro del mensaje de la Iglesia, con el comunicado pastoral de «una Iglesia pobre para los pobres; tan es así que, en 2017, promovió la «Jornada Mundial de los Pobres” para visibilizar la exclusión económica y social. Si bien no cambió la doctrina, promovió una actitud pastoral más comprensiva hacia los divorciados vueltos a casar, las Personas LGBT+ («¿Quién soy yo para juzgar?» 2013), las personas alejadas de la práctica religiosa y con su exhortación apostólica Amoris Laetitia en 2016, propuso nuevas pautas para la pastoral de las familias, permitiendo caminos de discernimiento en casos de situaciones irregulares.
En 2015, publicó la Encíclica Laudato sí que es un llamado a proteger el planeta como nuestra casa común, vinculando la crisis ecológica con la injusticia social, con lo que se convirtió en un referente moral mundial en temas de cambio climático y sostenibilidad. Con la Constitución Praedicate Evangelium (2022), reorganizó las instancias de gobierno vaticanas para hacerlas más orientadas a la misión pastoral y menos burocráticas, impulsó nuevas normas de investigación (Vos Estis Lux Mundi, 2019) para denunciar y procesar casos de abusos clericales. Promovió el diálogo interreligioso y la paz mundial, en el histórico encuentro con líderes musulmanes, sobre la Fraternidad Humana en Abu Dhabi (2019) junto al Gran Imán de Al-Azhar, así como los viajes históricos a Irak (2021), África, y Asia:
Visitas a lugares de conflicto para promover la paz y la reconciliación. Apoyo a migrantes y refugiados: llamó repetidamente a acoger, proteger e integrar a los migrantes, en un mundo marcado por la xenofobia creciente, introdujo la idea de una Iglesia más participativa y consultiva (Camino Sinodal), donde los fieles, y no solo los jerarcas, tienen voz en los procesos de decisión. Se convirtió en una de las principales figuras morales del mundo contemporáneo, hablando no solo a los católicos, sino también a personas de otras religiones e incluso no creyentes; no, la elección de un Papa, no es un tema menor.
La alegría no es algo que se compra en los grandes almacenes, sino que se vive en el día a día con pequeños gestos de amor y de ternura. (P. Francisco)