
El gozo por la lectura: aprender de Maquiavelo
El 8 de mayo vimos salir el humo blanco. Durante unos minutos estuvimos expectantes para conocer el nombre del nuevo Papa. Se trataba de Robert Francis Prevost, cardenal norteamericano, nacido en Chicago y obispo emérito de la diócesis de Chiclayo en el Perú. Al leer su biografía hay muchas cosas que llaman la atención: procede de una familia con raíces multiculturales, ha vivido en distintos lugares y ha desempeñado diversos encargos. Maestro, formador, misionero, prior general de los agustinos, obispo, prefecto de la congregación de obispos, etc. Estudio matemáticas, filosofía, teología y derecho canónico. Es políglota. Su nombre no estaba entre los favoritos. Tomó cuatro votaciones para que lo eligieran.
Apareció en el balcón visiblemente emocionado. Leyó unas breves palabras en las que destacó la centralidad de Jesucristo, la misión de tender puentes y buscar la paz y el recurso a la Virgen para poner bajo su amparo el ministerio que acaba de recibir. Se le veía serenamente conmovido como quien sabe que ha recibido la estafeta de algo que es un misterio profundo.
Su nombre nuevo, León XIV, como él mismo ha explicado hunde sus raíces en las enseñanzas sociales de León XIII, el papa que escribió la doctrina social de la iglesia y levantó la voz para promover una vida más justa para el obrero y un aprecio más profundo para el trabajo. León XIV dice que estamos otra vez en una profunda revolución industrial y que habrá que iluminar también con la justicia este nuevo periodo de la historia.
Vi unas imágenes donde se le veía hincado frente a un sagrario en profunda oración. Se ve que tiene su conversación con Dios y que quiere llevar con nuevos bríos la voz de Cristo a todos los ambientes. Sabe que vivimos en una sociedad en la que Dios no está siempre presente y que la Iglesia requiere seguir yendo al mundo para anunciar la buena nueva, de modo profundo, veraz, creíble y persistente.
Habló de la necesidad de continuar con el esfuerzo de lograr que el Concilio Vaticano II sea plenamente implantado, que sus enseñanzas sean más conocidas, que todos los cristianos nos sintamos más vivamente protagonistas de la evangelización y llamado a ser cristianos en todos los ambientes donde nos movemos.
Una vez más el Papa es una grata sorpresa. Habrá que seguir con atención sus pasos y confiar en que su palabra seguirá teniendo la fuerza de transformar corazones, movilizar voluntades y seguir atendiendo los desfavorecidos y seguir curando tantas heridas que siguen abiertas.