
El terrible flagelo de la guerra
La clave del liderazgo es mantener la calma en momentos de crisis. Franklin D. Roosevelt, político norteamericano, S XX.
En medio de un mundo en tensión, solemos perder aquellos eventos entre naciones donde el dialogo fraterno y el intercambio de ideas son la regla y no la excepción.
Hace poco, el llamado G7 (Grupo de los 7, donde convergen Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos), se reunió en Canadá teniendo como invitadas a varias naciones que han comenzado a destacar en el mundo en estos años. Entre estos invitados estaba India, un país en permanente crecimiento. Corea del Sur, despuntando en tecnología. Brasil, una potencia de América Latina. Y México, una nación que nuevamente luce con futuro brillante ante los ojos propios y extraños.
La noticia nacional sobre la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum giraba en torno a su encuentro con el presidente de Estados Unidos Donald Trump. Sin embargo, los acontecimientos en Medio Oriente conllevaron a que el presidente norteamericano se ausentara del evento tras su apertura, y la marea mediática intentó volcar los resultados y trascendencia de México en la reunión.
La realidad es que la presidenta representa un proyecto llamativo para el mundo: un país con recursos, gran población, con proyectos de inversión en obras (como los trenes de pasajeros, muy atractivos para el capital extranjero), una mejoría en seguridad y una gran aprobación convierten a la nación mexicana en alguien digno de voltear a ver.
Así se demostró con el diálogo con los lideres de varias de las naciones presentes, pero la presidenta decidió dar un paso más y propuso un encuentro para hablar sobre el bienestar económico y que dicha cumbre sea mundial, no solo salir en la foto, aportar valor a la discusión mundial en medio del caos.
Señaló una gran frase: “el poder no se mide por lo que se tiene, si no por lo que se hace con el” en clara alusión a que si bien la reunión tenía a una multitud de países, no dejaba de ser un encuentro atípico pues el G7 es, después de todo, una reunión de solo siete naciones, de las mas poderosas militar y económicamente.
En tiempos donde el mundo se encuentra pendiente por conflictos, donde la economía se mantiene a flote pero con aires de tempestades, la figura de México debe crecer no por una característica de capacidad bélica, si no como la nación emergente que siempre votará por el diálogo y la conciliación entre las partes.
La asistencia de la presidenta no solo marcó una agenda a futuro que podría conllevar mas inversión: fue, en los hechos, el inicio del esfuerzo por reposicionarnos en el mundo como una nación de paz en medio de aromas de guerra.