
México, país con un pueblo empático y solidario
El poder se ha definido como la capacidad de lograr que las cosas sucedan. Conseguir que un grupo de personas actúen coordinadamente para lograr un objetivo. Puede advertirse el papel relevante que tiene para la consecución de una meta y al mismo tiempo percatarse de su carácter de medio. El poder en sí mismo está vacío; sirve en la medida en la que es capaz de lograr objetivos.
Las personas tienen poder cuando se encuentran en una posición que les permite mover a los demás. Para conseguirlo es importante echar mano de los distintos elementos que sirven para motivar a los otros. Se puede inclinar a la acción a alguien por la inspiración, cuando la propuesta también es querida por quienes la escuchan y pueden hacerla propia. Otras veces suscitando la esperanza, la convicción de que es posible llegar a tener lo que se quiere. No puede olvidarse el ejemplo cuando una persona quiere ser como otra. También puede jugar un papel el miedo como catalizador para que algunos lleven a cabo lo que otros desean. Cada motivador tiene sus límites y sus dificultades.
El poder tiene sentido según el fin. El poder es valioso cuando sirve para conseguir algo deseable y es dañino cuando permite dañar o lastimar a otros. En las sociedades el poder se encuentra fragmentado en diversos ámbitos y grupos lo que permite un cierto equilibrio y hace más difícil el abuso del poder.
En ocasiones hay poderes que terminan enfrentándose porque persiguen fines que no pueden lograrse armónicamente. Cuando esto sucede no cabe la negociación, no es posible la cesión, las palabras no alcanzan y surge, salvo que alguna de las partes cediera, la necesidad de imponer un poder sobre otro. Vencer, no convencer y es necesario el empleo de la fuerza para conseguirlo.
En momentos de caos e incertidumbre, cuando aparecen desórdenes constantes, no parece que haya caminos en los que la violencia esté completamente ausente. En algunos momentos es necesario adoptar una mayor concentración del poder para lograr el fin de reinstaurar la paz y volver a facilitar el orden.
Este tipo de acontecimientos solamente caben provisionalmente, mientras prevalece la situación de crisis o de desorden. Es interesante observar como casi todos los gobiernos tienen mecanismos para erigir situaciones de excepción para remediar una crisis y luego retornar, una vez logrado el objetivo, volver a la normalidad.
Pienso que estamos viviendo momentos en los que la fuerza del crimen organizado reclama medidas extraordinarias. Quizá sea conveniente recordar que los poderes concentrados han de reservarse para situaciones extremas por tiempos cortos. De otro modo la excesiva concentración de poder puede darle a ese medio un carácter de fin. Ese quizá sea uno de los mayores peligros de la historia de la política. Pensar que el poder absoluto es capaz de lograr grandes cosas y perder de vista que a la larga termina con todo equilibrio.
El poder nunca puede estar al servicio de sí mismo. Tiene que ordenarse a un fin. Buscar un propósito y así asumir su carácter de medio, su condición de instrumento.