
«Abro Hilo»/Peña: Rómpase en caso de emergencia…
En la novela 1984, escrita por George Orwell, se retrata con crudeza una sociedad distópica sometida al control del lenguaje, la censura y la represión del pensamiento libre. El tema central es claro: la anulación total de la libertad de expresión.
El Partido dominante crea una lengua artificial llamada neolengua, cuyo objetivo es restringir el pensamiento independiente. Al reducir el vocabulario, los ciudadanos pierden la capacidad de concebir conceptos como libertad, justicia, democracia o rebelión. Pensar diferente se convierte en delito: el llamado «crimental» —crimen del pensamiento— tipifica incluso la duda como ilegal.
Orwell dedica esta obra a criticar los regímenes totalitarios, particularmente el de Stalin, y lo hace desde la construcción narrativa de un Estado omnipresente, con instrumentos como el Ministerio de la Verdad, encargado de reescribir la historia y controlar la narrativa oficial.
En esta distopía, la realidad es la que el Estado dicta, borrando la lógica, la individualidad y toda posibilidad de pensamiento crítico. El pueblo queda obligado a aceptar como verdad aquello que dice el Partido, aunque contradiga hechos previos.
Aunque México no vive una distopía totalitaria como la que Orwell describe, hay coincidencias inquietantes: el hostigamiento a periodistas, el espionaje, el control discursivo y el uso político de la narrativa institucional son formas indirectas de censura que afectan el ejercicio de la libertad de expresión.
La Constitución mexicana garantiza este derecho en sus artículos 6º y 7º, pero la realidad muestra matices alarmantes. México sigue siendo uno de los países más peligrosos para el periodismo, con múltiples casos de amenazas, asesinatos y criminalización contra comunicadores y medios independientes.
1984 sigue siendo una advertencia vigente. Nos recuerda que la libertad de expresión puede ser erosionada no solo con leyes represivas, sino también con mecanismos más sutiles: el miedo, la desinformación, el acoso y el monopolio de la verdad oficial.
¡Libertad, libertad! Que asistan los hombres que quieran volar.