
Make Iran Great Again (1ª parte)
Platicar con la ciudadanía a cada momento y relacionarte con ella, permite que la información fluya respecto a situaciones que no ven los servidores públicos o funcionarios de gobierno. He aquí otro ejemplo igual que el de los baches: la problemática del gas y su distribución al público en general.
Cuando se anunció la creación de Gas Bienestar, la narrativa era clara: el Estado regresaba a un sector estratégico para proteger al pueblo de los abusos de los privados. La promesa incluía tanques nuevos, gas más barato, mejor servicio y —por supuesto— el combate al huachicol.
Tres años después, lo que tenemos es un modelo incendiado por dentro y paralizado por fuera.
El pasado 1 de julio, mientras se celebraba el aniversario de la «transformación», hubo un paro en la Ciudad de México y en Hidalgo. No fue una protesta ciudadana, sino un colapso logístico: distribuidores de gas privado detuvieron operaciones para demandar revisar los precios ya que sus comisiones por la venta, no les garantizan suficientes ganancias para seguir otorgando el servicio.
Por otro lado, los trabajadores de Gas Bienestar han realizado protestas debido a incumplimiento en sus contratos y condiciones laborales como lo son salarios, comisiones y equipo necesario. ¿La razón? Escasez de gas y conflictos internos. Autotanques inmovilizados, rutas suspendidas, empleados sin instrucciones. El proyecto estrella quedó varado… otra vez.
La situación revela un problema más profundo: la precariedad operativa de Gas Bienestar y su falta de autonomía real frente al mercado. La empresa no refina gas; lo compra, y dicen las malas lenguas que lo compran a empresas petroleras venezolanas que no garantizan un octanaje adecuado -dicen los propios trabajadores de la empresa paraestatal-; además, no controla toda la distribución; la terceriza. Y en vez de competir con eficiencia, compensa con subsidios que ya no puede sostener. Hoy, con los apoyos gubernamentales reducidos, ni siquiera pueden mantener la operación regular. El supuesto tanque “social” se ha convertido en un barril sin fondo.
Pero lo más grave no está en la ineficiencia, sino en las filtraciones criminales que siguen contaminando al sector. En Veracruz, por ejemplo, la historia del huachicol no ha desaparecido, solo ha mutado. Ya no se trata únicamente de gasolina robada. El nuevo negocio es el gas LP, extraído ilegalmente de ductos, estaciones de distribución y hasta plantas de Pemex. Luego es revendido a precios bajos —a veces por debajo del costo real— con complicidades institucionales que van desde inspectores hasta mandos locales.
Como se dio a conocer recientemente, en Veracruz, es un hervidero de huachigaseras: centros de acopio clandestinos donde el gas se revende sin control ni medidas de seguridad. Ahí, lo mismo se carga un autotanque con papeles falsos que se “reconvierten” tanques de Gas Bienestar para revender producto pirata. Todo esto ocurre con una pasmosa tolerancia.
Y no es menor el problema. Según datos internos de Pemex y reportes de inteligencia civil, el Estado de México encabeza la incidencia de robo de gas Lp y le sigue Veracruz.
El gas huachicol compite con Gas Bienestar en el terreno más vulnerable: el precio. Si uno ofrece un tanque de 20 kg en 470 pesos, el otro lo revende en 400… sin factura y sin garantía, pero con entrega inmediata.
¿Dónde está entonces el bienestar?
Ni en los tanques oxidados que circulan con el logo oficial, ni en las comunidades que siguen comprando gas robado porque es lo único que pueden pagar. El verdadero incendio está en la incapacidad del Estado para ordenar el mercado, frenar el crimen organizado e impedir que el “gas del pueblo” termine siendo rehén de las mafias que supuestamente se iban a erradicar.
La paradoja es brutal: Gas Bienestar nació para proteger al consumidor, pero su fragilidad está alimentando el mismo sistema ilegal que buscaba combatir. Y mientras tanto, seguimos en simulacros. De sismos, de seguridad energética, de Estado presente.
Pero la llama ya no alumbra: arde. Y todos estamos respirando el humo.
@agustin_1968