
Señalan que Trump usó caso Cienfuegos para su imagen
México parece una perenne caja de sorpresas. En esta última temporada nos vemos asediados por acontecimientos internos y externos que impiden un momento de sosiego y nublan el horizonte con problemas antiguos, otros que estaban dormidos y algunos nuevos.
En el ámbito exterior con inusitada frecuencia encontramos diversos pronunciamientos del presidente de los Estados Unidos sobre México: aranceles al acero, aluminio y los jitomates. El anuncio de que habrá un impuesto especial a los productos mexicanos si no hacemos algo más contundente para detener el tráfico de fentanilo. Y más recientemente el anuncio de que se renegociará, no simplemente revisará el tratado de comercio entre Canadá, Estados Unidos y México.
En el ámbito interno sigue la violencia en Sinaloa que no parece terminar. La inseguridad, una situación compleja y que viene de lejos, no parece ser fácil de solucionar y, aunque se ven esfuerzos serios por lograrlo, no siempre se consigue rápidamente lo que arduamente se persigue. Se vislumbra un periodo largo para recuperar la paz de hace algunos años.
Entre algunos actores políticos se ve el deseo de acallar toda crítica. El exceso del poder por preservar su prístina figura ha hecho que la propia presidenta tenga que salir a recordar que el poder es servicio, que hace falta humildad y que es preciso no tenerle tanto miedo a la crítica. Va siendo frecuente la necesidad de que la presidenta haga llamados para que no se perpetúen prácticas que buscan la permanencia en el poder de unos cuantos.
Señales de alarmas se encienden con los brotes xenofóbicos para la gentrificación. Resulta triste observar la creciente proclividad a recorrer a la destrucción y a la violencia para manifestar el desacuerdo. También se torna incomprensible observar cómo los actos vandálicos se perpetran impunemente frente a una autoridad que no sabe cómo actuar.
Nos cuesta exigir con racionalidad. ¿Será que dudamos de la capacidad del diálogo para alcanzar acuerdos? ¿O sucede que hay un deseo de exacerbar ánimos y mostrar que hay afrentas que requieren desahogos más fuertes para compensar las pérdidas que se sienten?
Cada vez que se presenta una realidad con tantas dificultades, resulta relevante hacer una pausa y volver a mirar las causas que puedan explicar esos distintos fenómenos. Así será más fácil atender los problemas, porque se podrá atenderlos desde sus raíces y buscar los remedios donde se pueden provocar cambios significativos.
Parece necesario un compromiso más estratégico de todos para enfrentar la poliédrica realidad de nuestro país. Apuntar más a la confrontación y división puede ahondar las brechas que nos distancian y agravar los males que nos aquejan. ¿Cómo restaurar el diálogo en los distintos ámbitos en los que resulta imprescindible y necesario? Quizá haga falta recordar que los puentes son más eficaces que los muros, que se consigue más colaborando que compitiendo, que siempre es más lo que se consigue unidos.