
Presenta Delfina Gómez Programa Hídrico Integral para el Edomex 2024-2029
Bajo la promesa de mejorar la calidad de vida de los mexiquenses del Valle de México fue inaugurado en 2008, el Tren Suburbano Buenavista–Cuautitlán que representó en su momento, una apuesta visionaria por la movilidad metropolitana. Este ferrocarril eléctrico de 27 kilómetros (siete estaciones) se concibió para complementar al Metro capitalino, reduciendo drásticamente los tiempos de traslado entre la Ciudad de México y la periferia norte del Estado de México (EMX). El proyecto nació con grandes ambiciones: se prometía recorrer el tramo Buenavista–Cuautitlán en 25 minutos, algo que por carretera podía tomar hasta dos horas en el tráfico habitual. Además, desde su concepción original se proyectó extender la línea hasta Huehuetoca, con estaciones en Teoloyucan y Coyotepec, para abarcar a decenas de miles de habitantes en los municipios más alejados del Valle de México. Sin embargo, a más de 15 años, esa expansión nunca se materializó, dejando inconclusa la promesa de acercar el tren a las comunidades del norte mexiquense.
En paralelo, los gobiernos de Felipe Calderón y Arturo Montiel, sin pudor mintieron a los ciudadanos de esa región. Impulsaron negocios millonarios de desarrollo inmobiliario en el municipio de Huehuetoca, con la construcción de casas de interés social a cuyos compradores se les prometió la conexión vial con el tren suburbano, misma que nunca llegó.
El Tren inició operaciones el 7 de mayo de 2008 como el primer sistema ferroviario de cercanías moderno en México. La inversión público-privada alcanzó unos 706 millones de dólares, con participación mayoritaria del gobierno federal. El concesionario Ferrocarriles Suburbanos (principalmente la empresa española CAF) recibió en 2005 un título de concesión a 30 años para construir y operar la línea. Importante destacar que desde ese título de concesión se incluyó la posibilidad de extender la ruta más allá de Cuautitlán. Es decir, el trazado Buenavista–Huehuetoca (46 km en total) formaba parte del plan maestro original, aprovechando el derecho de vía ferroviario existente hacia Querétaro. De hecho, Ferrocarriles Suburbanos cuenta con la concesión de la línea hasta Huehuetoca vigente hasta 2073, lo que significa que legalmente la empresa tiene el mandato y la responsabilidad de realizar esa construcción pendiente.
En sus primeros años, el Tren Suburbano transformó la movilidad para miles de usuarios diarios en la zona metropolitana. Actualmente mueve alrededor de 160 mil pasajeros por día, brindando un servicio rápido y seguro que el 96 por ciento de sus usuarios califica como la mejor opción de transporte. Operando con trenes eléctricos alimentados con energía 100 por ciento renovable, el Suburbano evita la emisión de unas 14 mil toneladas de CO₂ al año en la Zona Metropolitana del Valle de México. Estos logros evidencian el éxito operativo del sistema; no obstante, contrastan con la meta original de usuarios no alcanzada y con la ausencia de expansiones que se habían proyectado desde su planeación.
En consecuencia, nunca llegó la movilidad prometida y sí el abandono de las viviendas, los problemas de integración familiar, la delincuencia y la permanencia de un transporte público de pésima calidad, caro, infuncional y dominado por grupos mafiosos.
Varias causas explican por qué la extensión Cuautitlán–Huehuetoca (unos 21 km adicionales, con estaciones intermedias en Teoloyucan y Coyotepec) quedó en el tintero a pesar de su urgente necesidad. Entre las principales razones del estancamiento podemos destacar:
La cancelación del tren México–Querétaro: en 2014, el gobierno federal licitó el Tren de Alta Velocidad México–Querétaro e inicialmente ligó la ampliación a Huehuetoca a ese megaproyecto. Sin embargo, la suspensión indefinida de dicho tren dejó en el limbo la expansión del Suburbano.
Falta de inversión y voluntad política tras 2008; demanda inicial por debajo de lo pronosticado; carencia de transporte alimentador e integración metropolitana; crecimiento urbano sin servicios de transporte adecuados. Y principalmente la corrupción de los gobiernos de Arturo Montiel y Enrique Peña Nieto.
Es claro que retomar y concluir el tren suburbano Buenavista–Huehuetoca es una deuda pendiente en materia de movilidad y equidad territorial. Desde mi posición como representante popular, hago un llamado respetuoso pero firme a los actores involucrados. No podemos darnos el lujo de que pase otra década de promesas incumplidas. Retomar el tren suburbano a Huehuetoca significa conectar a quienes carecen de una movilidad digna en el Valle de México, dar opciones de vida mejor a las familias trabajadoras del norte del Edomex, y avanzar hacia una metrópoli más integrada y equilibrada.