
Advierte Conmebol duro castigo después de la bronca en estadio argentino
La educación de niños y jóvenes de una nación, es el cimiento sobre el cual se erige el destino de la república; de esta manera en las aulas, se esculpe, como una obra de arte, el carácter de las presentes y futuras generaciones.
¿Sin embargo, qué sucede, entonces, cuando la fuente del conocimiento es reemplazada por un torrente de propaganda política?
A la autodenominada Nueva Escuela Mexicana no se le puede considerar como una evolución pedagógica, por el contrario es, un mandamiento político que amenaza con hipotecar el capital intelectual de México, sembrando desde ahora, entre nuestros niños, semillas de mediocridad y resentimiento.
Los libros de texto, fueron concebidos ahora, sin la intervención de especialistas y maestros, ni representantes de padres de familia, no hay programas de estudio que procuren la construcción de perspectivas de libertad, por el contrario están, con una alarmante falta de autores calificados en la materia. Peor aún, la información sobre su contenido, fue reservada por cinco años, en un acto de autoritarismo, que oculta la improvisación y el proceso intencional de ideologización de nuestros niños a travez de la educación oficial.
El contenido ideológico de estos materiales promueve una sesgada y peligrosa narrativa de lucha de clases, que tuerce la historia para que sirva a una agenda de poder, pervirtiendo el lenguaje hasta el punto de llamar ajusticiamiento, al asesinato; al secuestro de un avión por modificación de bitácora de vuelo; el robo a mano armada por ligeras expropiaciones, solo por citar algunos ejemplos.
En este sentido, lo que parece ser evidente es que, el objetivo no es formar ciudadanos del mundo, críticos, en el ejercicio pleno de su libertad, sino militantes leales a una visión hegemónica que responda a los intereses del poder.
Esto no es educación, es adoctrinamiento, es la estrategia de forjar un nuevo mexicano funcional, a modo, del proyecto político en turno, vaciando así el pensamiento de cultura y herramientas de poder y superación personal de niños y jóvenes, para llenarlos de consignas en lugar de argumentos. La precarización de los contenidos, representan en síntesis, un abandono de las áreas fundamentales del saber.
Finalmente, este modelo educativo responde a una visión en la que, como afirma el propio plan de estudios, "la educación no es una herramienta para formar capital humano”, luego entonces, ¿para qué es? Si no es para dotar a los jóvenes de las competencias, para prosperar en un mundo globalizado y tecnológico, para ser competitivos, para construir un proyecto de vida autónomo? En este punto, el verdadero propósito se vuelve ominosamente claro: formar individuos dependientes, con un pensamiento acrítico y funcional a una estructura de partido y de poder. Adiós a los libres pensadores.
Las consecuencias de esto serán devastadoras y desde ahora, el inmenso daño social se perfila en el horizonte.
Para terminar, debo decir que se profundizará la brecha educativa, entre quienes puedan acceder a recursos complementarios a los oficiales y la inmensa mayoría que dependerá de estos materiales deficientes.
La terrible consecuencia será que se cancelará el futuro de millones de jóvenes en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, vitales para la soberanía y el desarrollo. Se desconectará la educación básica de la media superior, augurando un incremento en el abandono escolar. De esta manera, se condenará a México, a la pérdida de competitividad global, justo cuando la inteligencia artificial y la economía del conocimiento están irrumpiendo en todas las áreas del quehacer humano.
No podemos, no debemos, permanecer como espectadores pasivos ante este asalto al porvenir. La defensa de una educación de calidad, laica, científica y humanista no es una bandera partidista; es un imperativo cívico, una responsabilidad histórica. Corresponde a los padres de familia, a los docentes, a los académicos, a la sociedad civil organizada, levantar la voz y exigir una rectificación de esta negligencia o perversión, como se le quiera llamar.
La voluntad ciudadana debe ser la llave que abra de nuevo las puertas del conocimiento ante un gobierno irresponsable que pretende cerrarla. Rescatar la educación y defender el futuro, es nuestra responsabilidad ciudadana.