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TEXCOCO, Edomex., 18 de octubre de 2014.- El camino fue extremoso, una llovizna no dejaba de caer y la neblina impedía ver la cima del Tláloc, el templo de la sabiduría de los antiguos texcocanos, xochimilcas, aztecas y otras tribus que veían al trueno y a la lluvia como sus dioses.
En los años anteriores de 1530 era la triple alianza -conformada por Texcoco, Tenochtitlán y Tepanecas- la que subía a rendir tributo.
Los tlatoanis y sacerdotes eran quienes iban al frente de las peregrinaciones y el monte Tláloc era custodiado por los soldados de la triple alianza para evitar que arribaran tribus de tlaxcaltecas, sus enemigos.
Por esos mismos senderos hacia el santuario del Dios de la lluvia, la mañana de este sábado ascendió una comitiva de funcionarios públicos, arqueólogos y periodistas para ver la reconstrucción del milenario templo, cuyos edificios fueron destruidos por órdenes de fray Juan de Zumárraga, después de la conquista española.
La alcaldesa de Texcoco Delfina Gómez Álvarez y el diputado local Higinio Martínez Miranda, así como el arqueólogo Víctor Albilzarraga, director de proyecto del cerro Tláloc, iban al frente de la comitiva.
Tal vez Tláloc estaba enojado, tal vez no le gustó la reconstrucción porque recibió a la comitiva texcocana con un camino con varios tramos encharcados y una pertinaz llovizna que humedecía los cuerpos de los caminantes.
Fueron unas tres horas de camino; primero en vehículos hasta el sitio conocido como Las Trancas, luego a pie por el sendero marcado con pequeñas piedras.
El momento más difícil para la comitiva fue a la altura de los cuatro mil metros sobre el nivel del mar, ya que era difícil la respiración, algunos de los más de 70 participantes de esta travesía, se rezagaron por esta situación.
Sin embargo, el reto era llegar al santuario y todos lo lograron después de una hora de camino a pie desde el paraje Las Trancas.
Un rostro de Tláloc, apenas visible, tallado en un piedra da la bienvenida al centro ceremonial que se encuentra a cuatro mil 150 metros sobre el nivel del mar.
Hace tres meses sobre el camino príncipe de acceso ceremonial, sólo se veían un montón de piedras de lo que era el santuario; ahora, las bardas ya fueron reconstruidas con esas piedras volcánicas como estaban en 1530.
Todo se logró con la inversión de tres millones de pesos que se gestionaron con el gobierno del Estado de México y el trabajo de los arqueólogos y antropólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que han estado en la montaña sagrada durante año y medio.
Ahora se espera mayor inversión para no dejar de explorar esa zona arqueológica que está en la región más alta de Mesoamérica.