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MÉXICO, D.F., 25 de marzo de 2014.- En Nezahualcóyotl, Estado de México, los extorsionadores asuelan a la población del oriente de la capital mexicana. La insolencia de los criminales ha llegado hasta el punto de extorsionar a dos altas funcionarias del ayuntamiento.
La situación es delicada: cárteles que operan a escala nacional se han aliado con delincuentes locales, a quienes les han concedido «franquicias» que utilizan para atemorizar a la población. Los afectados ya no son únicamente grandes empresarios, sino cualquiera que tenga actividad económica, señala Milenio.
Pero la peor descomposición no es esa: Milenio indagó en días recientes que, hartos de las cuotas criminales, empresarios locales han empezado a tomar medidas para enfrentar a los extorsionadores que se les acerquen.
El alcalde Juan Zepeda confirma toda la información.
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Aquí, a tan solo 16 kilómetros del Zócalo de la Ciudad de México, padecen todo tipo de extorsiones: virtuales a teléfonos de casa o móviles, con datos concretos de las víctimas, o actuados (fingen que tienen secuestrado a un familiar); extorsiones «presenciales de imitadores», gente que se hace pasar por miembros de un cártel; y la peor, «la de los auténticos grupos que otorgan franquicias (de Zetas o Templarios, por ejemplo), que hacen convenios con delincuentes comunes y que éstos ya se denominan igual que ellos», narra el alcalde.
—Sabemos que esto ya no sólo afecta a los grandes empresarios. —se le dice.
—Hoy cualquier persona dedicada a cualquier giro comercial es una probable víctima. En los mercados, en las rutas de transporte, en los taxis, en los bares, restaurantes, en los antros. Es decir, donde hay algún ingreso económico, hay una probable víctima.
—Admite el problema.
—Reconozco que hay un problema. No quiero salir con el discurso fácil de decir: «No, aquí no lo tenemos, eso ocurre en otro lado». Soy realista. Nuestra realidad indica que ahí, en nuestras calles, hay delincuentes que vulneran la tranquilidad de todos nosotros. Soy realista. Y realista al extremo.
—¿A pesar de todo sienten que pueden tener éxito?
—No tenemos opción. Nosotros, triunfamos o triunfamos. No tenemos de otra.
—La insolencia de estos criminales ha llegado incluso a tocar gente de su gobierno.
—Una de mi más altas funcionarias (la tesorera), un día llega muy apesadumbrada: «señor presidente, me llegó esto (desliza una mano en la mesa)». Y me enseña un recado donde le entregaban dos fotografías, una con la casa de ella y otra con la casa de su mamá. Enumeraban hermanos y hermanas de ella y los de su esposo. Le pedían 150 mil pesos. Y claro, decía ahí (en el mensaje) que era funcionaria del gobierno municipal con santo y seña de su rutina diaria. Imagínate el estado emocional, la preocupación, el miedo que traía la funcionaria cuando me vino a ver. Al final los atrapamos cuando iban a cobrar. Un cuñado era cómplice. Se hacían pasar por un grupo delictivo (un cártel). Eran imitadores. Si no actuamos, si hubieran tenido éxito, una vez que les salió bien uno, de ahí se agarran y empiezan con otro, y otro, y otro.
Pero esa funcionaria no fue la única, también a la presidenta del DIF la extorsionaron. Cuenta el presidente municipal.
—La insolencia y la temeridad de estos individuos es tal que la extorsionaron de manera virtual. Le hablan y le dicen: «Somos equis grupo delictivo y nos tienes que depositar 3 mil dólares por esto, esto y esto». Ella se espanta y les depositó el dinero. Cuando investigamos, ya habían cobrado y cerrado la cuenta.
El hartazgo ha provocado que algunos empresarios tomen medidas extremas. Se le dice a Zepeda:
—Supimos que hay empresarios en Neza que ya contratan a hombres armados para defenderse.
—Sí. Yo quiero relatar algo. El año pasado nos hablaron del DF: «presidente, hay una persecución, vamos siguiendo a unos secuestradores que levantaron a una persona. Entraron a tu territorio. Apóyanos». Activamos nuestro helicóptero, sale con la descripción del vehículo, se le ubicó justo cuando entraba a un domicilio. Llegan elementos, entran, y detienen a cuatro sujetos fuertemente armados con cuernos de chivo y R-15. Tenían a un sujeto que decía: «Me secuestraron, me secuestraron». Se detiene a los cinco, se les presenta ante el Ministerio Público, y las investigaciones determinaron lo siguiente: a quien habían secuestrado era un sujeto que había extorsionado a un empresario que se dedica a comprar desechos industriales aquí en Neza. Nos llevamos la sorpresa que detuvimos al extorsionador y a los secuestradores, o a los sicarios.
—Se entiende el hartazgo, pero es terrible, peligrosísimo que surjan estas guardias blancas o grupos armados, ¿no?
—Tenemos grupos delictivos que ya están determinados a delinquir, pero si empiezan a surgir estas expresiones, vamos a empezar a enfrentar a dos grupos que no que no tienen el imperio de la ley contemplado en ninguna normatividad, y ambos estarán en la ilegalidad. Lo peor de esto es que quienes se erigen como defensores en algún momento se cambiarán a ser los agresores. Ese es el gran peligro.
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La gente en las colonias más bravas de Neza también empieza a organizarse: coloca en las calles placas y más placas de metal alertando a los criminales que los vecinos se han unido, y que quien permanezca frente a casas o negocios más de 10 minutos, a pie o en coche, será reportado ante la policía. Pero ni eso los libra del miedo, de la zozobra. Pocos quieren hablar.
—Aquí estamos con el temor. Ya más tarde no salimos —dice una microempresaria de la colonia Águilas.
—¿En cuanto anochece se quedan en sus casas?
—Sí, porque asaltan y andan matando. Sí está feo.
—Las balaceras.
—Sí, las balas perdidas. Sí, se pone muy feo.
Durante un recorrido por tierra y aire (helicóptero), que Milenio realizó con el grupo especial de la policía denominado Coyotes, en unos cuantos minutos hubo balacera y la detección de un grupo armado en un vehículo.
—A los negocios los extorsionan. A todos. Algunos terminan cerrando, otros siguen. Si les conviene siguen dando su cuota, si no, tienen que cerrar, —agrega la mujer.
Negocios cerrados, negocios con mallas y rejas de protección. Negocios con estampitas de santos a la entrada de los comercios. Esa, esa es la vida cotidiana en Neza, hoy.
—A dos, tres niñas les quitaron su teléfono celular. Aquí enfrente del hospital hace como medio año, nomás por un celular, mataron a una niña quien, por la inexperiencia quiso seguir al ratero, y el ratero la alcanzó con una bala. Por un celular, oiga —cuenta un abarrotero atrincherado detrás de los barrotes de su comercio.