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Además, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 550 mil habitantes del agro emigran al año a Estados Unidos, impactando la vida en los ejidos.
El estudió mencionó que de acuerdo con el IX Censo Agrícola y Ganadero, en el país se encuentran rentadas 2.6 millones de hectáreas, 667 mil están bajo aparcería, 1.5 millones prestadas y 1.43 millones se regulan “bajo otra forma”, lo que hace un total de 6.3 millones de hectóreas “en manos distintas a las de los ejidatarios”.
A través del documento “El minifundismo: una realidad del Siglo XXI”, el CEDRSSA expuso que la fragmentación de este sistema futura está en relación directa con la creciente presión que se tiene sobre los predios ejidales, por parte de los posibles sujetos de derecho.
Argumentó que en la medida en que la división del minifundio aumente, será menos factible formar cadenas productivas de valor que alcancen escalas suficientes de producción para poder lograr una ventaja competitiva real y sustentable.
En el documento precisó que el número de ejidatarios y comuneros ha venido en aumento, no sólo por la creación de nuevos núcleos agrarios, sino fundamentalmente por el “reparto social” que normalmente tiene lugar en los ejidos y pueblos.
Sin embargo, añadió que “hoy se constata que el minifundio no ha logrado ser el mecanismo idóneo para que la mayoría de los campesinos alcancen a superar sus condiciones de pobreza, y actualmente se concibe como un problema estructural del campo mexicano que inhibe el progreso de los pequeños productores”.
Resaltó que de 1930 a 2014, la superficie de propiedad social ha crecido 11 veces, y el número de ejidos y comunidades se ha incrementado poco más de siete, mientras que la cifra de ejidatarios y comuneros se ha multiplicado casi 10 veces durante el mismo lapso.
El CEDRSSA puntualizó que uno de los problemas que se observa en la preservación del ejido es el relevo generacional y la participación juvenil en las tareas propias de los ejidos.
Refirió que en 2007 había en total 31 mil 514 ejidos y comunidades, pero sólo en 18 mil 517 (59 por ciento) de estos núcleos agrícolas había permanencia mayoritaria de jóvenes, es decir que se quedaban en los núcleos una vez alcanzada la mayoría de edad.
Sin embargo, dijo, únicamente en 10 mil 386 (56 por ciento) de estas unidades se integraron a las actividades agropecuarias o forestales. En aquellos núcleos donde no hay permanencia juvenil (12 mil 997), migraron mayoritariamente a Estados Unidos y en menor medida a las áreas urbanas del país.
Esto significa que sólo en 32 por ciento del total de los ejidos y comunidades del país, los jóvenes se incorporan a las tareas agropecuarias, dando continuidad a los trabajos de sus padres y abuelos.