
Abro Hilo/ ¡NO a los narcocorridos!
Por décadas la política del Estado de México ha girado en torno al PRI, como el resto del país. Y al interior del Revolucionario Institucional, la hegemonía la tuvo por años la llamada “clase política” de Toluca, hasta el misterioso asesinato del gobernador Alfredo Zárate Albarrán que con artimañas propias de la época post revolucionaria, fue sustituido por un aristócrata oriundo de Atlacomulco que había viajado por varios países y vivía en la Ciudad de México: Isidro Fabela Alfaro. Nació así parte de la leyenda del famoso “Grupo Atlacomulco” que desde la década de los cuarenta, ha tenido solo seis gobernadores: Isidro Fabela Alfaro (fundador de ese grupo y “santo patrono” de la clase política dominante en la entidad y que le da estatus de “héroe” nombrando en su honor calles, colonias y hasta un municipio, como si se tratara de un personaje a la altura de nuestros héroes patrios) Alfredo del Mazo Vélez, Salvador Sánchez Colín, Alfredo del Mazo González, Arturo Montiel Rojas y Enrique Peña Nieto.
Si pudiéramos denominar “Grupo Toluca” a los priístas de la capital mexiquense, difícilmente podríamos “desglosar” a varios de ellos del siempre negado “Grupo Atlacomulco”. Aun así, podemos identificar a los políticos de origen libanés encabezados por Emilio Chuayffet Chémor, secundado por Ernesto Némer Álvarez y Alberto Curi Naime, aunque el primero con residencia “oficial” en Metepec.
Por otro lado, la clase política que por años ha reclamado el justo lugar que merecerían por aportar mucho más votos que “atlacomulcas” y “tolucos” con todo y la vasta región de “voto verde” (el de la zona rural) de éstos últimos son los del “Valle de México”, zona mucho más desarrollada económica y socioculturalmente que el Valle de Toluca y, por ende, con mayor padrón por tener muchos más habitantes. De hecho, Toluca es de las pocas ciudades capitales de las entidades federativas cuya población es superada en cantidad por varios municipios, y todos ellos en el mencionado Valle de México: Ecatepec, Nezahualcóyotl, Naucalpan y Tlalnepantla. En ese orden, región que ha alcanzado su desarrollo gracias a ser parte de la zona metropolitana de la Ciudad de México, más que del Estado de México, pues el crecimiento de la capital trascendió su desarrollo más allá de su territorio, sobre todo al norte de la ciudad. Un ejemplo es las zonas industriales capitalinas de Vallejo, Anáhuac, Azcapotzalco y otras que fueron empujadas hacia Tlalnepantla y Naucalpan, o la zona de Indios Verdes hacia Ecatepec. Por cierto, recordamos esa frase de la canción “Zacazonapan” que es como el segundo himno del estado y que dice en una estrofa “en Tlalnepantla se palpa un dineral. Es del estado la zona más industrial”. Eso ha traído como consecuencia que los habitantes de esa región, se sientan más identificados con el Distrito Federal que con Toluca, generando conflictos de identidad, incluso a tal grado de negar residencia mexiquense y que prefieran tener credencial de elector o sus placas vehiculares del DF.
Pues con todo y que tienen mayor población y con ello mayor padrón los del Valle de México que los del Valle de Toluca, los políticos del llamado Grupo Atlacomulco han dominado por décadas la escena estatal, surgiendo cierta división entre los tolucos (atlacomulcas) y los “chilangos” mexiquenses, y esto no es nuevo, pues desde el origen del “Grupo Atlacomulco” ya se hablaba de cierta enemistad entre el ex gobernador Wenceslao Labra García, último gobernador surgido del Valle de México antes del “toluqueño” nacido en Temascaltepec, Alfredo Zárate Albarrán, y del atlacomulquense Isidro Fabela. Ya se hablaba de los dos valles, el de Toluca y el de México. Por cierto, en alguna ocasión surgió una discusión con este tema de “los valles” ante el entonces Secretario de Organización del y ahora Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, Carlos Iriarte Mercado, quien remató diciendo a manera de broma y para terminar el debate de manera relajada, que podrían hablar también del “valle de lágrimas” y después del “Valle Mayes”.
En la etapa post revolucionaria, hubo un político que participó (de manera muy discreta, hay que decirlo) con las fuerzas del General Emiliano Zapata, el Doctor Gustavo Baz Prada. Ese es la figura más grande que ha tenido el priísmo del Valle de México.
El tema revivió en 2011 con Eruviel Ávila Villegas, el priísta mejor posicionado rumbo a la elección de gobernador de ese año. Con su llegada a Palacio de Gobierno, se habló nuevamente del ascenso de funcionarios y políticos del Valle de México que venían supuestamente a desplazar a los tradicionales burócratas de abolengo, originarios de los municipios del Valle de Toluca.
A casi cuatro años de distancia de ese multi mencionado proceso de sucesión en la gubernatura mexiquense que tuvo una ríspida definición que queda para el anecdotario a manera de leyenda urbana, un municipio se vuelve el centro de atención para la candidatura priísta para gobernador en 2017, un municipio enclavado en donde termina el Valle de Toluca, dividido por barrancas y que casualmente tiene su parte popular y semi rural en la zona donde acaba el Valle de Toluca y su zona residencial altamente desarrollada exactamente donde empieza el Valle de México. Es decir, que está entre los dos valles en cuestión. Ese municipio sui géneris es Huixquilucan.
Y es que, como mencionamos en ediciones anteriores, ante la falta de un cuadro “eruvielista” que se perfile como próximo candidato priísta a la gubernatura, hay dos personajes oriundos de ese municipio. Uno con el apoyo e impulso del Presidente Enrique Peña Nieto, siendo éste gobernador del Estado de México, y el otro formado desde las bases partidistas y que tuvo fuerte desarrollo político durante el sexenio de Arturo Montiel Rojas. Nos referimos, por supuesto a Alfredo del Mazo Maza y a Carlos Iriarte Mercado, con currículums tan distantes y opuestos. Uno formado en la cultura del esfuerzo y el otro en la del cabal privilegio, como decía Luis Donaldo Colosio. En ellos convergen los dos mencionados valles. El júnior con más afinidad al Valle de Toluca por ser el “cachorro” del “Grupo Atlacomulco”, dado que de ahí son oriundos su padre y su abuelo que fueron gobernadores. El otro, con mayor identificación con el Valle de México, pues creció en el Huizachal, la parte de Huixquilucan en los límites con Naucalpan.
Uno es conocido por la publicidad y el peso del apellido, mientras el otro es conocido por toda la militancia en los 125 municipios, por que los ha recorrido todos, porque conoce a la clase política de cada uno de esos municipios y ellos lo conocen a él.
La euforia por heredarles el poder a los júniors podría ser otra mala señal para la militancia, que la última vez que tuvo un candidato a gobernador identificado con ella desde el trabajo de partido que llegó hasta las bases, con los comités seccionales, fue con Arturo Montiel Rojas en 1999. Y la última vez que perdió el aspirante a la gubernatura más identificado con y por la militancia, fue precisamente en el anterior proceso de 2011 con Ricardo Aguilar Castillo, aunque éste último nunca externó abiertamente sus aspiraciones y pidió respeto a los tiempos del entonces gobernador Enrique Peña Nieto.
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