Balazos en el pie
Faltan dos años para la sucesión en la gubernatura mexiquense y, por el momento, como se decía en el viejo argot: la caballada está flaca. Y en todos los partidos. Solo hay dos priistas destacados por el PRI, y los dos son de Huixquilucan, uno lo es de toda su vida, además de ser un líder natural.
Hijo de la cultura del esfuerzo a la que se refería Luis Donaldo Colosio. Hombre con estricta formación política, con verdadera vocación de servicio, tanto la administración pública como en el partido, el cual conoce a la perfección desde sus bases, que son los más de seis mil comités seccionales, hasta las dirigencias de las estructuras territoriales que los comités municipales y los tradicionales sectores y organizaciones.
Es el único priista del estado que puede llegar a todos y cada uno de los 125 municipios y hablarle a los actores políticos por su nombre, porque los conoce a todos. La estructura operativa conformada por los coordinadores regionales y los delegados distritales y municipales la conoce mucho mejor, pues antes de ser presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) ya había sido su jefe en por lo menos un par de ocasiones en que ocupó la Secretaría de Organización, la cual se encarga, entre otras responsabilidades estatutarias, de operar en todo en territorio y en todas las estructuras del partido.
Fue en la administración del gobernador Arturo Montiel donde trascendió. Ocupó la dirección de Seguridad Pública en el estado cuando aún no se le daba el rango de secretaría. Literalmente se puso overol al vestirse con uniforme policiaco, con los que los uniformados se sintieron identificados y hasta motivados al verlo no como un jefe de escritorio, sino como uno de ellos.
Ocupó también la importante Secretaría de Desarrollo Social y fue uno de los llamados «Golden Boys» como se les decía a los jóvenes miembros del gabinete más cercano al gobernador Montiel Rojas, que eran, entre otros, Miguel Sámano Peralta, Alfonso Navarrete Prida, el propio Carlos Iriarte Mercado y Enrique Peña Nieto.
Siendo éste último gobernador, Iriarte Mercado formó parte de su equipo y fue diputado local para después convertirse en Secretario de Organización del PRI estatal. Y desde ahí se diseñó y echó andar el más exitoso de todos los programas operativos electorales que llevaron a Eruviel Ávila Villegas a la victoria en 2011 con más de tres millones de votos, la más alta de todos los tiempos.
Regresó a Huixquilucan para ser presidente municipal, cargo al que solicitó licencia para regresar una vez más al partido, pero ahora como Presidente. Ahí se reencuentra con quienes fueron sus operadores y recorre los comités seccionales como lo hicieron dos de sus predecesores no inmediatos: Arturo Montiel y Ricardo Aguilar Castillo. Ahora le toca llevar el proceso electoral del próximo 7 de junio. Todo lo anterior y otros aspectos lo convierten en el «gallo» de la militancia.
El otro huixquiluquense es el hijo y nieto de los ex gobernadores del mismo nombre: Alfredo del Mazo, el más junior de todos «los juniors en el poder». Su carrera política se inicia y consolida en un solo sexenio, el de su primo Enrique Peña Nieto, que le creó el Instituto del Emprendedor Mexiquense, después lo nombró Secretario de Turismo del Gobierno del Estado, fue cuando se dio el escándalo por la idea de ponerle foquitos a la zona arqueológica de Teotihuacán, lo cual fue criticado hasta por Televisa, pues dejaba a las autoridades como frívolas, incultas e irrespetuosas de nuestra historia.
Y si para que Enrique Peña pudiera ser candidato a gobernador en 2005, Arturo Montiel lo hizo candidato a diputado local por Atlacomulco en 2003 y cumplir así con el requisito estatutario de haber tenido cargo de elección popular para aspirar a una gubernatura o a la Presidencia de la República (candado que el propio Peña Nieto quitó en la 21 asamblea nacional del PRI), su primo el gobernador lo hizo candidato a presidente municipal de Huixquilucan en 2009 y de esta manera él también pudiera ser el sucesor en 2011, pero perdió la designación ante Eruviel Ávila, en medio de un mar de leyendas urbanas que señalan la supuesta rebelión de Ávila Villegas, que habría amagado con ser el abanderado de una alianza PAN-PRD, lo que pondría en grave riesgo el proyecto presidencial de Peña Nieto, quien ya siendo el jefe de ejecutivo federal, lo nombró Director de Banobras. Hace unos días renunció para ser el candidato a diputado federal, provocando nuevamente la lectura de 2011, que es el «proyecto» de Enrique Peña Nieto para que sea el gobernador en 2017.
De esta manera hablamos de dos huixquiluquenses entre los cuales uno podría ser el candidato del PRI y su «verde» apéndice: el líder de la militancia en todos sus niveles, el de la cultura del esfuerzo, el capacitado para gobernar y el que conoce las necesidades específicas de todos y cada uno de los municipios, o el heredero del privilegio, el estudiado en universidades privadas con postgrado en Harvard (con beca en Pemex, lo que causó serias acusaciones). El que no saludaba a sus homólogos munícipes según nos platican algunos de ellos, el que hizo su carrera al amparo del sexenio de su primo.
Finamente será candidato el que trae la simpatía y el reconocimiento de millones de priistas, o el que trae la bendición de solo uno.