Cien días de Prosperidad Compartida
Vaya spot de contradicciones, paradojas y cinismo el que transmite el PAN, donde aparece su presidente nacional, el diputado federal con licencia Ricardo Anaya, quien fue designado porGustavo Madero y su grupo que controlan la dirigencia del partido de la derecha, mismo que le ha ganado todas las batallas a Felipe Calderón (FeCal). Pero vayamos por partes:
En el anuncio, Anaya Cortés, que más que dirigente nacional de su instituto político pareciera hablar en calidad de candidato, comienza diciendo que «México no va por el camino correcto. Está herido por la violencia, manchado por la corrupción, detenido por la economía…»
Qué raro que diga que el país «no va por el camino correcto», pues los problemas vienen del modelo económico que algunos de sus críticos llamamos «neoliberalismo» y que sus defensores de derecha llaman pomposamente «economía de mercado». Este enfoque está a favor de dejar toda la economía en manos de la iniciativa privada y que no haya más regulación que la «ley de la oferta y la demanda», sometiendo a los trabajadores a la ley del más fuerte.
Por décadas el PAN propuso que el gobierno asumiera el triste papel de «estado policía» y que dejara toda economía en manos privadas. El PRI por su parte, se opuso por muchos años porque decía que eso era «anti nacionalista» y además «anti revolucionario». Sin embargo, esa es la política económica que empezó con Miguel de la Madrid y que profundizara Carlos Salina de Gortari, la que mucho antes proponían los panistas, incluso personajes azules como Diego Fernández de Ceballos afirmaba que el PRI gobernaba con las viejas ideas y propuestas del PAN. Y más recientemente Gustavo Madero se burlaba del Revolucionario Institucional diciendo que se iban a morder la lengua porque siempre se opusieron a la “apertura en Pemex” (privatización, pues) y que lo que no le aprobaron a FeCal se lo aprobaban a Enrique Peña Nieto. Ahí está la primera contradicción de Anaya: México va por el mismo camino que tecnócratas neoliberales priístas y panistas impulsaron y aplican desde los años ochenta, que es el neoliberalismo. Así que si México no va por el camino correcto, ellos son corresponsables.
Asegura que el país «está herido por la violencia» y tiene razón, pues éste mal floreció con el panista ex presidente de dudosa salud mental Vicente Fox y explotó con FeCal cuando puso en marcha su «guerra» contra el crimen organizado, estrategia que Andrés Manuel López Obradorcomparó a «darle de palos al avispero» y su sexenio sangriento dejó alrededor de cien mil muertos, casi el diez por ciento de la población del país. Mencionemos un solo ejemplo paradójico: durante un gobierno priísta es detenido el narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, y con “el gobierno del cambio”, es decir, con Fox Quesada, inexplicablemente se fuga, y al regresar el PRI a Los Pinos, fue recapturado. Ahora Enrique Peña enfrenta la ola de violencia y sangre que le heredó el también llamado “espurio”.
El panista queretano afirma que el país está “manchado por la corrupción”, pero esta no terminó con la llegada de los dos sexenios panistas. Al contrario fue igual o peor, empezando desde el exagerado costo de las famosas toallas y el menaje de la residencia oficial hasta los escándalos de la señora Martha Sahagún de Fox y su fundación “Vamos México” así como las corruptelas de sus hijos Bribiesca Sahagún, la Biblioteca Nacional, la “enciclomedia” y muchos otros, por solo mencionar algunos. Con FeCal fue más todavía. Una muestra: lo que debió ser un gran festejo que dejara huella por el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, como un monumento, por lo menos, fue el robo más descarado de su sexenio. No hubo una sola estatua conmemorativa digna de nuestros mencionados aniversarios, como sí lo hizo Porfirio Díaz en los cien años de la Independencia con la bella columna del popularmente llamada “El Ángel” de Reforma. De FeCal solo nos quedó su horrible “estela de luz” que unos llaman “estela de pus” por lo podrido en corrupción, y muchos más la llaman “la suavicrema” por su parecido a la famosa galleta, pero más que eso, es un verdadero monumento a la corrupción panista, que incluyó el saqueo a Pemex en manos del finado español
Juan Camilo Mouriño, así como el caso Oceanografía y muchos más.
El “chaparrito pelón de lentes”, (y no nos referimos a FeCal como se refería así de él su enemigo el ex dirigente de Acción Nacional, Manuel Espino) agrega que México está “detenido por la economía” y nuevamente olvida que es gracias a los gobiernos de “la docena trágica” albiazul que nos heredó los gasolinazos y dejó al país más endeudado y con el peso devaluado. Y eso que el que iba a endeudarnos era el “peligro para México”.
El comercial continua con la siguiente frase: “Necesitamos cambiar el rumbo con nuevas ideas. Aumentemos en salario mínimo. Es lo justo. Metamos a los corruptos a la cárcel con el nuevo sistema anti corrupción”.
Utiliza el verbo “cambiar”. No olvidemos que la palabra “cambio” fue la mejor oferta política deVicente Fox en el 2000. Y el electorado se la compró. Pero el cambio nunca llegó. Hasta el ex esposo de Martha Sahagún les acuñó una frase a manera de chiste que hacía alusión a los gobernantes panistas a los que ya les decían “los meseros” porque se hacían tontos con “el cambio”. Ricardo Anaya habla de “nuevas ideas” pero la ideología de él y la de su partido es tan “nueva” como la de los conservadores que lucharon contra la independencia, que trajeron aMaximiliano de Habsburgo, que combatieron a Benito Juárez y que aplicaron con Porfirio Díaz. Tan nuevas, que sus gobernadores panistas han prohibido hasta la minifalda en Jalisco y los besos en Guanajuato. Que criminalizan a las mujeres que ejercen la libertad de decidir sobre su propio cuerpo, entre muchas otras e innumerables ejemplos de su oscurantismo, de su tufo conservador.
Pero sin duda la mayor contradicción es cuando dice “aumentemos el salario mínimo”. Volvemos al modelo económico neoliberal que ellos propusieron por décadas y que ha castigado cruelmente el salario de los trabajadores a los que en sus sexenios se les aumentaba entre dos y tres pesos más al minisalario. Y todavía pretendían cobrarle al trabajador IVA en alimentos, medicinas, libros y colegiaturas, entre otros. Pero haciendo esto último de lado, ¿Por qué no lo aumentaron como lo pregonan ahora cuando fueron gobierno?
Pide que “metamos a los corruptos a la cárcel con el nuevo sistema anti corrupción”, y nos preguntamos si se refiere a los legisladores de los “moches” o al gobernador de Sonora,Guillermo Padrés y su mega presa, su rancho y el despojo de agua y tierras; o a los responsables de la muerte de los niños en la Guardería ABC, entre muchos otros panistas corruptos. Para combatir y encarcelar a los deshonestos que abusan del poder para enriquecerse, ¿se necesita indispensablemente un “sistema anti corrupción” como el que traen los panistas como su tema de moda?
El anuncio concluye diciendo “claro que podemos”. Pero la verdad, de 2000 a 1012, nomás no pudieron… No quisieron.
Son cínicos y mentirosos. “¿A poco no?”