Balazos en el pie
La ignorancia, el rumor y la desconfianza en las autoridades de justicia de nuestro México son los principales motores de los linchamientos públicos que se dan en pueblos cansados de la inseguridad.
El 14 de septiembre de 1968 -en vísperas de la matanza de estudiantes en Tlalteloco- se dio el primer linchamiento histórico en el pueblo de San Miguel Canoa, población que se ubica a tan solo 12 kilómetros de la ciudad de Puebla.
Ahí, una población ignorante, analfabeta y azuzada por el sacerdote Enrique Meza Pérez, creyó que cinco trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla «eran comunistas» y los lincharon.
También asesinaron con un hachazo en la cabeza al señor Lucas García, uno de los habitantes de San Miguel Canoa, quien consideró que las acusaciones eran falsas en contra de los cinco empleados universitarios que sólo llegaron a pernoctar a esa población para escalar la Malinche.
Esto viene en recuerdo porque apenas la noche del 19 de octubre de este 2014; otra vez, la ignorancia y el rumor, provocaron que más de mil pobladores de Ajalpan, Puebla, cometieran otro atroz linchamiento en contra de José Abraham y Rey David Copado Molina, dos encuestadores que fueron acusados injustamente de ser secuestradores, sin prueba alguna.
En el caso de San Miguel Canoa, jamás se detuvo al sacerdote que motivó ese primer linchamiento colectivo; el de Ajalpan, van cinco detenidos, pero se espera un proceso largo para concluir las investigaciones.
Pero, aunque usted no lo crea, en Puebla se han registrado los linchamientos históricos, pero el Estado de México no se queda atrás, ya que son más constantes los escenarios de que los habitantes de los pueblos hacen justicia por propia mano.
Nadie olvida lo que pasó en el pueblo de Huitzilzingo, Chalco, el 10 de febrero de 2012, donde tres jóvenes albañiles fueron linchados y quemados por la población, acusados de ser secuestradores.
Sin embargo, los muchachos solo iban a buscar a la novia a ese pueblo y los confundieron para después ser linchados, sin ninguna consideración. El pueblo estaba enfurecido y lo único que quería era desquitarse con alguien por la inseguridad creciente en ese municipio mexiquense.
Pero a pesar de esa lección, los pueblos no aprenden y continúan cometiendo linchamientos, como apenas sucedió en la Marquesa este 24 de octubre, cuando tres supuestos ladrones iban a ser linchados por comerciantes de ese paso turístico.
Afortunadamente para los presuntos delincuentes, la policía federal se movilizó y logró evitar el linchamiento, pero dos camionetas fueron quemadas por los enardecidos pobladores que querían hacer justicia con sus propias manos, sin saber que así también se convierten en violadores de la ley.
Pero no muy lejos de ahí, en el pueblo de Tlachaloya, municipio de Toluca, cuatro policías ministeriales fueron retenidos por la población cuando cumplían con una orden de investigación.
Afortunadamente hubo diálogo entre representantes de las autoridades locales y la población, con lo que se evitó un caso similar al que sucedió en el pueblo de San Juan Ixtayopan, donde tres agentes federales que hacían una investigación fueron linchados, dos de ellos quemados y sólo uno sobrevivió.
Este linchamiento que ocurrió el 23 de noviembre de 2004 también causó escozor entre el pueblo mexicano, hubo resonancia política por la tardía reacción de las policía capitalina para rescatar a los federales.
Al menos en el Estado de México la policía estatal ha tomado medidas y tiene una pronta reacción para rescatar a personas que quieren ser linchadas en poblaciones rurales o urbanas, como ya sucedió en Acolman, Texcoco, Tlalmanalco, Ecatepec, Chalco, entre otros, donde se han suscitado casos.
En la mayoría de los sucesos, las personas que son golpeadas o exhibidas como presuntos delincuentes no lo son. Pocos son los verdaderos ladrones que son víctimas de «la justicia del pueblo».
De acuerdo con un estudio titulado «Linchamientos en México: recuento de un periodo largo (1988-2014)» de los autores Raúl Rodríguez Guillén y Norma Ilse Veloz, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el Estado de México encabezó la lista con 58 casos, seguido de Puebla con 33 y el Distrito Federal con 14.
Pero a pesar de los constantes linchamientos o de sus intentos, al menos en la tierra de Eruviel Ávila Villegas no se ha tomado ninguna medida informativa sobre los riesgos de los linchamientos y sus consecuencias, en los cuales llegan a perder la vida inocentes y van a parar a la cárcel pobladores que se dejaron llevar por el rumor, la ignorancia y la desconfianza en sus autoridades.
PARA EL ARCHIVO…
Ecatepec y Acolman son los municipios donde son más constantes los linchamientos o sus intentos, donde la violencia llega a grados inauditos como el de querer quemar a personas acusadas de robaniños, secuestradores o de asaltatransportes, sin la mínima oportunidad de ser entregadas a las autoridades para que se defiendan.