Cae presunto coautor de feminicidio de la abogada Oralia Pérez Garduño
TEOTIHUACÁN, Edomex., 14 de mayo de 2014.- Para los antiguos mexicas, el arte de gobernar requería de una educación rígida, con castigos severos que incluían la pena de muerte, pues debían contar con un alto sentido de responsabilidad para regir los destinos de la sociedad.
Los hijos de los nobles aztecas, conocidos también como “pipiltin”, eran educados desde los 6 y hasta los 15 años en el Calmécac, institución educativa en la que lejos de contar con privilegios debían barrer, acarrear leña, participar en obras públicas y en la agricultura.
La educación entre los mexicas ocupaba un papel preponderante, tanto así que los docentes acudían a las casas de los niños y jóvenes para invitarlos a ser parte del Calmécac o del Telpochcalli, según su estrato social.
En esas visitas, los profesores exhortaban a los padres a enviar a sus hijos varones a la escuela, en tanto que las mujeres eran educadas por las madres en actividades propias del hogar.
Los “pipiltin” acudían al Calmécac para aprender el arte de gobernar, la disciplina militar, la lectura de los códices y los “tonalamas” (libros de los destinos), en los que se leía cuál sería la suerte y cómo sería la vida y el carácter de cada una de las personas, de acuerdo con el día y número en el que nacían, además de que se especializaban en el conocimiento de los astros.
Asimismo, los Telpochcalli estaban distribuidos en distintos barrios de la ciudad.
El Dios patrono era Tezcatlipoca, deidad vinculada con la guerra, porque fundamentalmente a esos jóvenes se les educaba en el ejercicio del combate, aunque en esas instituciones la educación también implicaba una disciplina, pues era menos rígida que en el Calmécac.