Tren Interurbano eleva 20% la demanda de vivienda en Valle de Toluca
TULTITLÁN, Edomex., 31 de diciembre de 2013.- El calor de sus hogares y familias quedó lejos, tanto que el recuerdo apenas consigue acercarlos un poco.
Decenas de migrantes centroamericanos deambulan por las vías del ferrocarril que cruzan por Tultitlán, Cuautitlán-México y Huehuetoca. Se juntan en busca de mayor seguridad, pero saben que el Año Nuevo los sorprenderá en el camino, como lo hizo la Navidad.
La frase “Feliz Año Nuevo” carece de significado para ellos. Su anhelo es llegar a la frontera norte y conseguir el “sueño americano”, por el que dejaron todo: su tierra, su familia, sus amores.
“Lo único que le pido a Dios es que me dé fuerzas para poder llegar hasta mi destino, que es Houston, Texas”, asegura Julio César Castro, de Guatemala.
Irineo Mujica Arzate, defensor de migrantes, planea una cena con tamales para el Año Nuevo en la zona de Tultitlán, donde encabeza un comedor itinerante que brinda alimentos y apoyo a los centroamericanos que van de paso.
El pasado 24 de diciembre cenaron un pavo que les donaron, el cual fue preparado con ayuda de migrantes y que compartieron en la zona de vías al día siguiente.
Los ferrocarriles procedentes de Veracruz llegan hasta Lechería, en Tultitlán, Estado de México, distante unos mil 243 kilómetros de la frontera con Estados Unidos. Anteriormente los migrantes abordaban ahí los trenes para dirigirse al norte del país.
Pero la llegada del Tren Suburbano cambió la situación. La estación Tultitlán se localiza justo en el sitio donde los centroamericanos subían anteriormente a La Bestia. Además, fue colocada una malla ciclónica en las vías de la zona, la cual en algunos tramos fue desprendida. De cualquier modo la cerca obstaculiza la subida e incluso pone en riesgo sus vidas.
En Huehuetoca opera el albergue San Juan Diego, de la iglesia católica. Activistas y algunos migrantes aseguran que el sitio semeja un “campo de concentración”, pues los centroamericanos no pueden salir de él una vez que ingresan, ni se les permite llevar teléfonos. Por eso la mayoría prefiere buscar refugio en otro sitio.
“El camino es muy difícil hermano, con la cosa de las extorsiones que se ven ahora en estos lugares. Muchas extorsiones, robos, violaciones, gente que botan del tren, es muy duro”, asegura Julio César Castro.