Balazos en el pie
Aprender a ser asertivo es aprender a ser feliz
¿Te ha sucedido que en una reunión en donde las personas que están no son de absoluta confianza, pero por hacer la conversación cuentas algo comprometedor o que te parece gracioso sobre alguien que no está presente y de pronto se escucha que otro dice: “ah sí, es mi tío”, o esta otra en alguna reunión con tus compañeros de trabajo, se están quejando del jefe o jefa, tú aprovechas también para hablar aquello que de él te incomoda y de la nada aparece y alcanza a escuchar, tú por supuesto quisieras que el suelo se abriera y te comiera, o al menos te gustaría tener un dispositivo especial en el cuerpo y poder desaparecer en ese instante, porque el mal rato nadie lo podrá borrar?
Si en más de una ocasión te sucede esto, quiere decir que no eres una persona asertiva. Pero no sólo las personas imprudentes son no asertivas, también aquellas que nunca opinan, o aquellas que ante cualquier situación siempre se quedan calladas. Los no asertivos también son quienes se llenan de compromisos que no quieren hacer porque hay un algo interior que les impide decir: “ahora no puedo, tal vez en otra ocasión”.
Así podríamos seguir mencionando muchos ejemplos en los que por no ser asertivos se está perdiendo de buenas oportunidades, se saturan las agendas porque no se sabe decir “no”, se preguntan por qué no duran con ninguna pareja, se quejan porque no tienen tiempo para sí mismos, o peor aún, se está siendo víctima de algún abuso porque no se es capaz de poner límites a los demás.
Si te identificaste con algo de lo que anteriormente se mencionó, es hora de ponerse las pilas y modificar los comportamientos que te están impidiendo tener mejores relaciones con los demás y una vida más satisfactoria.
Pero para poder iniciar a observar cambios, es necesario primero saber que la asertividad es el arte de decir, expresar y manifestar ya sea con palabras, emociones, actitudes y comportamientos aquello que deseo sin perjudicar a nadie, ni siquiera a ti mismo, ya sea para pedir algo o bien para negarse a alguna situación que no quieres, no puedes o no te gusta, en el momento adecuado.
Si hasta hoy no has podido hacerlo, comienza por pequeños ejercicios por ejemplo; antes de emitir un comentario o juicio hacia alguien más, piensa primero si es necesario o bueno para las otras personas y para ti. Si no estás convencido de que las consecuencias serán buenas, mejor opta por sólo escuchar y guardar silencio, pronto podrás manejar la asertividad mejor de lo que te imaginas.
Y si te encuentras en uno de los casos más graves de inasertividad; es decir tienes la sensación de que nadie piensa en lo que tú necesitas, en lo que te hace feliz o en que tú también tienes cosas importantes que hacer. Debo decirte que quien ha construido esa imagen ante los demás eres tú y sólo tú podrás revertirlo. Mientras no comiences por poner límites diciendo de vez en cuando “no” a lo que no quieres o no puedes hacer, cuando menos lo esperes la vida habrá pasado y te sentirás frustrado y triste.
Sabrás que eres asertivo cuando tu autenticidad al entrar en contacto con la de los demás jamás dé como resultado un mal momento.
Me despido con esta reflexión que me encanta: “La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía” (Gandhi).
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