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La Polémica | ¿Le fallará MORENA Edomex a la presidenta?
Leo en mi libreta de anotaciones: “Tendré para ti extranjero, pariente, amigo, enemigo, la misma ternura, la misma infinita paciencia que manifestaría con un recién nacido. Tú, a quien no conozco, estás a partir de ahora bajo la custodia de mi amor… El que recibe directamente las palabras de amor -concluye el monje Dogen- tiene el rostro radiante de gozo y el corazón lleno de contento. Las palabras de amor tienen tanto poder que pueden influir en el curso de las estrellas”.
En un tiempo donde se carece de solidaridad, parecería frívolo hablar de amor: palabra manoseada, utilizada por el consumo, el Amor en una realidad emboscada por la muerte y el mal gusto enfrenta a esa parca que dispara sin cesar, que no sigue un plan divino del más allá, sino una orden del más acá, ejecutada por seres enmascarados cuyos intereses son el poder, la codicia sin límites, la ignorancia de la especie, la involución despiadada.
Con ello el mal gusto se extendió como una plaga: paisaje urbano, que no es paisaje, arquitectura que no responde a su nombre. Desorden vial, contaminación del ambiente, de los alimentos, de la mente. Ruidos que salen de lo que intenta ser música.
Cualquier audaz se dice artista o político o astronauta, se puede ser cualquier cosa en un fin de semana: terapeuta, sanador, chamán: hay una falta de respeto al significado del tiempo y del estudio. Las “profesiones” están llenas de farsantes. No hay justicia, al “orden” lo manipula y esclaviza el desorden. No se enseña la tradición ni la imaginación ni la armonía. No se induce a sentir ni a reflexionar de verdad. El mal gusto vende. El mal gusto es fácil. El mal gusto es un depredador que contamina. No se necesita nada para aceptar el mal gusto, sólo morir. Y esta sociedad está agonizando. En cambio la voluntad del amar tiene el sentido de comprender el mundo a través del arte, la cultura y el pensamiento, son cartas poderosas en todas las épocas, ese amar desinteresado que busca la educación para la belleza y la justicia, con el fin de lograr la totalidad de un ser elevado. Ahora caminamos sobre las ruinas del amor, sin él no habrá conocimiento que construya la solidaridad, mucho menos la esperanza de una realidad bella y humanitaria. ¿Y entonces? Después de sudar la camiseta, de defender los ideales, de enfrentar a la ignorancia organizada… Zen… nada más que Zen. (P.S.A.)