Balazos en el pie
Desde todos los tiempos el chisme es y seguirá siendo una de las expresiones de comunicación más valoradas en todas las esferas sociales. El chisme definido por algunos como “El arte de esparcir noticias que pueden ser verdaderas o falsas”, y que la Biblia considera como un pecado relacionado con la ociosidad, es de las cosas que ha trascendido por los siglos por sobre muchas otras que han desaparecido. Y con la ayuda de la tecnología, éste ha cobrado mayor auge.
Pero ¿es el chisme lo que ha perdurado a través de la historia o más bien esas personas que tienen la característica innata, sí señores es innata, del gusto por el chisme quienes han estado presentes durante toda la historia de la humanidad y que gracias a ellos hemos creído que lo que corre solito es el chisme?
Descifremos el enigma que existe detrás del chisme. De acuerdo a lo aprendido desde mi experiencia en el diván y en la vida, he bautizado a los tipos de chismosos con los que se pudieran topar y a continuación trataré de describir a los más comunes, aunque no se sorprendan si se identifican con alguno de ellos.
Existen personas que lamentablemente nacen con rasgos de personalidad que los convierte en chismosos en potencia hablo del “chismoso innato” es aquél que nace con características de personalidad que incluyen rasgos de persona chismosa, extremadamente comunicativa, imprudente y nada reservada. Es aquella que disfruta literalmente al generar un chisme y lanzarlo a ver hasta dónde llega, y no sólo eso, sí existe una intención de perjudicar a alguien más.
Otro es el “chismoso aprendido” crecieron en un ambiente en donde las personas más significativas durante su crianza, ya sea mamá o papá eran unos chismosos y aprenden a serlo.
“Chismoso adoptado”, éste por estar en un medio donde los líderes son chismosos, trabajo principalmente, van adoptando algunos rasgos del chismoso, aunque cabe aclarar que hay personas que, siempre se rehúsan a ser chismosos, que se encuentran en estos ámbitos laborales, regularmente por necesidad, pero no están por mucho tiempo porque son vistos como unos inadaptados y hasta “ermitaños” y créanme, terminan por irse a otro lugar.
Tenemos también al “transmisor del chisme”, éste no lo propicia, es aquél que cuando le dicen “pero no se lo digas a nadie” siente una necesidad imperante de contárselo a quien sea, incluso puede experimentar un estado de angustia durante el tiempo que guarda esa información. En éste existe otra modalidad, es el “chismoso transmisor perfeccionista” se encarga de “afinarlo” o sea distorsiona el chisme para hacerlo más interesante.
Y el último, no me digan que ustedes en algún momento de la vida no han vencido la tentación cuando reciben de alguien un “te tengo un chisme”, y aunque han experimentado la sensación de curiosidad por saber qué es ese chisme, no preguntan más por hacer creer al otro que no es relevante, pero a partir de ese momento su cabeza comienza a buscar en todos los rincones cualquier información que pueda aportar un indicio de ese “chisme” que están por conocer, y a partir de ahí ¿el tiempo parece avanzar con mayor lentitud? Si respondió con un SÍ, usted se ubica dentro de los “chismosos ocasionales.
Como podrán ver casi todos podemos ser chismosos en algún momento de la vida, el chisme se genera y transmite por necesidad, por lo que no podemos hacer gran cosa por erradicarlo, lo que sí podemos hacer es sembrar buenas bases con valores sólidos en quienes están a nuestro cuidado en casa, para que aprendan a manejar con precaución y respeto la información sobre otros antes de transmitirla a los demás.
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