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SER PRUDENTE NO ES QUEDARSE CALLADO
Es muy probable que cuando se escucha hablar sobre la prudencia o imprudencia, se recurra a una imagen de alguien que casi no opina, alguien que es más reservado, que habla poco.
El imprudente por su parte se cree que es quien siempre comete intromisiones o hace comentarios desafortunados fuera de contexto, pero también se le puede calificar así a alguien que siempre defiende sus derechos. Es más, cuántas veces hemos escuchado lo siguiente: “Deberías ser más prudente y quedarte callado”. ¿Qué es ser prudente e imprudente?
En efecto, las características anteriores cubren apenas una mínima parte de lo que es ser prudente o imprudente. Pero la prudencia es mucho más que eso, tiene muchas otras connotaciones o más bien características y rasgos que no nos excluye a ningún ser humano de cierta dosis de prudencia e imprudencia en nuestro día a día.
Para comprender mejor lo que es la prudencia comencemos por conocer su definición, el diccionario dice que es la capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios.
Por otro lado la virtud cardinal del catolicismo consiste en discernir y distinguir lo que está bien de lo que está mal y actuar en consecuencia.
Según Aristóteles, la prudencia era definida como la sabiduría práctica que permite ser hábil para deliberar, juzgar y orientar su propia acción con vistas al fin último de toda vida humana: la felicidad.
La Psicología en cambio, tiene una definición más concreta, dice que la prudencia es la virtud o valor que tienen las personas para saber cuándo, cómo, en dónde y con quién hacer y decir las cosas para que los resultados siempre sean buenos.
Por tanto, la prudencia es algo así como la conciencia o el regulador de nuestros actos; es decir es la manera que tenemos todas las personas para conducirnos por la vida, independientemente de si lo hacemos mal o bien.
Pero cuidado, porque los actos prudentes para unos, pueden significar imprudencias para otros. De ahí que el ser prudente, no es una característica innata de los seres humanos, es más bien el cúmulo de aprendizajes puestos a prueba en el pasado y que como resultado se tienen experiencias que permiten en un presente y futuro utilizarlas con inteligencia para ir aprendiendo a tomar las mejores decisiones en nuestro beneficio, siempre conscientes de las posibles consecuencias.
Ser prudente entonces, es una virtud con significados subjetivos que irá modificándose según la edad y circunstancias personales. Ésta requiere de valor, conocimiento, experiencia e inteligencia para defender las mejores decisiones que te conduzcan siempre a tu mejor estado de felicidad.
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