Balazos en el pie
Los habitantes del municipio de Luvianos, al sur del Estado de México, sienten un ligero respiro con la llegada de más militares y policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), aunque no confían ya que aún se registran asesinatos y balaceras, como el domingo 10 de agosto, en un lugar conocido como El Capulín, donde los delincuentes lograron huir.
El gobernador Eruviel Ávila Villegas reaccionó tarde para meter todo el apoyo militar posible al sur del Estado de México y permitió que los grupos criminales actuaran libremente, con lo que aumentaron los secuestros, asesinatos y enfrentamientos.
Prácticamente, desde el inicio de su administración, Eruviel les dejó el territorio sureño y la zona de Valle de Bravo a los Templarios, la Familia Michoacana, a los Zetas y Guerreros Unidos, para que hicieran lo que quisieran.
No reaccionaba a pesar de que el pasado 30 de junio se registró un enfrentamiento entre militares y supuestos delincuentes en el municipio de Tlatlaya, con el resultado de 22 personas muertas.
Incluso, ese día, también Eruviel y sus funcionarios se quedaron callados, ya que no reconocieron el hecho, la información se supo por un comunicado de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Eruviel, en esa ocasión, canceló una conferencia de prensa en la que presumiría que la inseguridad «va para abajo», como lo ha hecho en otras ocasiones, con paleros como la Iglesia Católica y algunas organizaciones sociales.
Y no realizó la conferencia de prensa porque no tenía a la mano la información de lo que realmente había ocurrido con esa masacre, así que prefirió que fueran los militantes los que anunciaran los 22 muertos.
A pesar de estos 22 muertos de supuestos delincuentes, Eruviel se siguió paseando por el estado de México -menos por el sur-, diciendo que los homicidio dolosos ya habían disminuido, que bla, bla, bla.
Tuvo que morir el hijo del periodista Indalecio Benítez Mondragón, durante un atentado a la estación de radio comunitaria La Calentana Mexiquense, la noche del pasado 1 de agosto, para que se hiciera un escándalo mediático y sólo así Eruviel tuvo que hacer algo para acallar el desacredito de su gobierno.
Es «gran plan» -o plan en Grande, para que rime con su slogan de gobierno-, fue imitar una acción que se hizo a finales del gobierno del panista, Felipe Calderón Hinojosa, de mandar a un curso de ocho semanas a los policías de los 13 municipios sureños y de Valle de Bravo, para quitarle «Los Halcones» -informantes- a los grupos criminales.
Esa estrategia ya se había usado en Tamaulipas y en Michoacán, para empezar a desarticular a las bandas criminales de esas entidades, aunque no han tenido éxito, porque la mayoría de policías ligados con los mafiosos, regresaron a trabajar como si nada hubiera pasado.
Y al igual que Calderón en Michoacán y Tamaulipas, Eruviel envió sus uniformados de la SSC y a militares a «hacer bola» a los municipios sureños, con tal de ahuyentar a los delincuentes que asolan la región.
Pero, aunque presume de inteligencia policial, su tropa sólo llegó para simular que resguardarán a los 13 municipios, sin más éxito que demostrar una fuerza policíaco-militar, pero no para capturar a los delincuentes. Al tiempo.
PARA EL ARCHIVO…
Otro enfrentamiento entre fuerzas federales y delincuentes ocurrió en marzo de 2013, en el cual hubo 10 personas muertas, pero entonces, Eruviel no entendió el mensaje de que debería de actuar en consecuencia, imponiendo su propia estrategia, pero dejó pasar el tiempo y ahora vemos que está muriendo gente inocente, como el hijo del periodista Indalecio Benítez.
¿Cuántos muertos más se necesitan para que el gobernador del Estado de México realmente dé una lucha con inteligencia policial-militar en contra de las organizaciones criminales?