Balazos en el pie
Primera Parte
En una reunión de gabinete, el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas, fue tajante y ordenó a sus funcionarios a parar como sea el festival internacional de Hell & Heaven Metal Fest 2014 en las instalaciones de la Feria Internacional del Caballo en Texcoco.
Sus órdenes fueron asumidas de inmediato por sus encargados de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y Protección Civil; además, la noche del 5 de marzo -a 10 días del festival-, el área de Comunicación Social de Eruviel, de inmediato soltó un comunicado para advertir que el evento se cancelaría por “no cumplir las medidas de seguridad”.
Al día siguiente, la empresa Televisa “le dio vuelo a la nota” y desde temprana hora empezó a “bombardear” a los televidentes con la noticia de que se cancelaba el festival con el mismo pretexto.
Y mientras Delfina Gómez Álvarez decía, en una conferencia de prensa en la sala de Cabildo de Texcoco, dijo que cumpliría con las observaciones que le hacían por parte del gobierno mexiquense y seguiría con el festival.
Esto molestó sumamente al gobernador Eruviel Ávila, que él mismo se acercó a los reporteros de la fuente para decirles:
“Primeramente, quiero decirles que es mi deber proteger a la ciudadanía, yo no voy a arriesgar a quienes eventualmente pudieran asistir a este concierto, es mi deber cuidar su integridad y velar por su protección, así es que ya hemos notificado a la autoridad municipal, hemos notificado a los organizadores de la suspensión de este evento. No podemos poner en riesgo a la gente, a mí, les confieso, me gusta la música, me gusta el rock, me gusta Guns N´ Roses -I used to love her-, November Rain, Kiss, Charisma. Por ejemplo, a mis hijos les gusta la música, los conciertos, pero como padre de familia yo no voy a exponer a mis hijos y a la gente que eventualmente pudiese ir”.
Luego, y en cuestión de un par de horas, envió a más de 500 policías y a su director de Protección Civil, Arturo Vilchis Esquivel, para clausurar las instalaciones de la feria, para frenar toda intención de la alcaldesa de Texcoco de cumplir con la normatividad de Protección Civil y dejar listo el lugar para el festival, como era su intención.
Pero ahí no paró la actitud represiva de Eruviel Ávila. Por la noche del día 6 de marzo, la presidenta municipal Delfina Gómez recibió un requerimiento de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM) para combatir delitos cometidos por servidores públicos, cuando no se había cometido ninguno, más que su declaración de que se recurriría a su autonomía municipal.
El mismo Gobierno Federal de Enrique Peña Nieto se puso del lado de Eruviel Ávila, aceptando su diagnosticó de que no se cumplían las medidas de seguridad, cuando ningún funcionario de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación acudió a ver si era cierto o no.
Pero lo peor pasó el día 7 de marzo, cuando el rector Carlos Villaseñor Perea, “compadre” de Eruviel Ávila -porque el gobernador fue padrino de la generación 2013 de los agrónomos salientes impidió a toda costa la entrada de la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, para impartir una conferencia en el Auditorio Álvaro Carrillo.
Rigoberta había acompañado a Delfina Gómez, en una marcha por el Día Internacional de la Mujer por las calles de Texcoco y por gestiones de su administración había conseguido el auditorio para su presentación en la UACh.
Todo iba bien planeado para que Rigoberta estuviera en la UACh, pero se atravesó el conflicto entre Delfina Gómez, del partido Movimiento Ciudadano, y el priista Eruviel Ávila, y sólo bastó un telefonazo al “compadre” Carlos Villaseñor para que se buscara un pretexto para negar el espacio a la Premio Nobel de la Paz.
Y en este momento, la vergüenza no cabe en la Universidad que presume de autónoma. Nunca en la historia de México y en sus luchas sociales, las autoridades universitarias habían sido tan soberbias como en esta ocasión, sólo para complacer al “compadre” Eruviel.
Lo irónico es que durante los festejos del Día Internacional de la Mujer, el gobernador Eruviel humilla y somete a la alcaldesa texcocana, Delfina Gómez, para que desistiera de realizar el festival metalero para complacer a miles de jóvenes aficionados a este tipo de música.
Además, México ya puede presumir que más vale el compadrazgo de político, que la dignidad de una mujer como lo es la guatemalteca, Rigoberta Menchú, representante de un Premio Nobel de la Paz.
Eruviel se salió con la suya al usar todo el aparato administrativo y político para cancelar el festival en Texcoco, que sería de resonancia internacional y generaría expectativas para próximos conciertos, así como derrama económica.
Pero lo único que ganó fue mostrarse ante los ojos de todos como un político soberbio y además se ganó el repudio de miles y miles de jóvenes que a través de las redes no lo bajaron de ser un ranchero de pueblo, cuyo único gusto son los narcocorridos y nada más, en donde por cierto sí hay balazos y hasta muertitos, “pero es… es otra historia”.