Operativos en Quintana Roo dejan 11 detenidos y decomisos
ECATEPEC, Edomex., 5 de marzo de 2014.- Aunque desde el pasado 18 de febrero la Secretaría de Gobernación ordenó al gobierno del Estado de México, y al municipio de Ecatepec, colocar dos patrullas en la oficina de la organización civil Madres Afortunadas, para dar seguridad a la defensora de derechos humanos Graciela Sánchez López, dicha disposición no se cumplió y la madrugada de este lunes se registró otro atentado en contra de la defensora.
La Secretaría de Gobernación incluyó a Graciela Sánchez en el mecanismo de defensores de derechos humanos y periodistas, porque ha sido víctima de cinco atentados, uno de ellos en Jalisco y cuatro en el Valle de México.
Ella vive en Ecatepec y sostiene un albergue para mujeres que sufren violencia intrafamiliar o tienen hijos con discapacidad, y dichos atentados son, según dijo, porque ha “pisado callos” por denunciar a personas violadoras de los derechos humanos de las mujeres.
Asimismo, informó que tiene un oficio de la Secretaría de Gobernación con el que los gobiernos del Estado de México y Ecatepec tenían que haber enviado a las patrullas 156 y la 5043 para que le dieran garantías desde el pasado 18 de febrero, pero nunca llegaron.
Estableció que sólo el Gobierno Municipal de Ecatepec le envió custodia con dos elementos que se turnan cada 24 horas, pero sin patrullas, y los uniformados sólo cuentan con sus propios vehículos para pasar la noche.
En el atentado del lunes, el oficial Felipe Pérez reaccionó rápido para sacar su arma y defender la vida de Graciela Sánchez, quien en ese momento se encontraba en el vehículo del policía porque se disponía a ir a un funeral.
Eran las 01:30 horas del lunes, cuando los dos sujetos se acercaron al auto en que se había subido la defensora, con la intención de agredirla, entonces el policía le ordenó a la mujer que se metiera a su domicilio, ubicado en la colonia Estrella de Oriente.
“Me bajé y corría a la casa, sólo escuché un disparo, pero no volteé a ver”, dijo Graciela. Luego, desde la parte alta de su domicilio, vio cuando los sujetos rompieron los cristales del auto del policía que se había metido a refugiarse en el vehículo.
Luego, se escucharon más disparos y después de un tiempo, el policía municipal Felipe Pérez regresó con un balazo en el brazo.
«Llamé varias veces a las autoridades, a la policía, a todos los que nos podían ayudar, pero nadie contestó los teléfonos”, dijo la defensora.