
Violencia de género en el Estado de México
Si digo que la civilización occidental contemporánea está sustentada en la mentira, debemos acercarnos al significado de la palabra, por ejemplo: en griego clásico “pseudo” significaba muchas cosas diferentes: mentira, sí, pero también error, ficción, apariciones, fantasía, de lo que podemos deducir que eran matices de lo mismo. En algunos diccionarios de lengua española como el de María Moliner, dice: “cosa que se dice sabiendo que no es verdad”. Claro que podemos añadir que el mentiroso no se contenta con decir una mentira: la afirma, la asevera, la asienta y la sustenta, reclama que lo crean, protesta cuando no le creen.
Sabemos que el engaño ha estado presente a lo largo de toda la historia, pero que vivimos la época de la mentira, por dos razones: los medios electrónicos tienen más potencia que nunca y están controlados por el poder, por el financiamiento que supone mantenerlos. El otro motivo, es que la mentira se ha encarnado en nuestra propia civilización. La estructura misma de la civilización es engañosa, es ficticia, es mentira, la misma persona común y corriente se pregunta : ¿hay algo que sea verdad?
¿A qué criterio de verdad nos tenemos que referir? ¿A la verdad de la religión, de la metafísica, de la lógica, de la psicología, de la ética, de la estética, de la política, de la vida práctica de todos los días? Yo diría que a todo.
Más allá de estas conjeturas, lo que es un hecho es que desde que se dice que hay democracia nos mienten, Sí. Se proclaman los ideales de la Ilustración: la democracia, el progreso, la igualdad, la libertad y sin embargo, se están traicionando y aplastando estos ideales. Entre las declaraciones teóricas y la realidad hay un abismo de diferencia. «El capitalismo productivo se ha convertido en un capitalismo especulativo, de casino, financiero» Esta economía está ligada sólo a la evolución del capitalismo, la política que está siguiendo favorece a las clases dominantes y a los grandes países frente a las clases populares y los trabajadores, ya que la aplicación de estas políticas está produciendo hambre, miseria y aumenta la mortalidad, donde se aplica, que es en nuestros pobres países latinoamericanos. De hecho, hay toda una corriente crítica de economistas que denuncian estas acciones oficiales que sólo benefician a las minorías.
La mentira como sustento de estas políticas degradantes para la dignidad humana, es un arma poderosa, ya que la mentira es social, puesto que el sistema la dirige a otros individuos dentro de una comunidad, pero siempre desde un estrato del poder, que es quien la inventa, a través de los medios masivos; no podemos decir que son mentiras impersonales de la civilización, cuando el impacto es la mediocridad y la enajenación de millones de habitantes, aplastados por la propia ignorancia que reluce a la hora de votar.
¿Cómo enfrentar a estas mentiras? Hace falta una movilización de la opinión pública más fuerte y también más medios de comunicación independientes. La gran fortaleza a derrumbar es la televisión, que sigue teniendo un gran poder; y en lo individual hay que examinar la falsa conciencia y si no hay un autoengaño: hasta qué punto se es solidario de verdad y no de mentiras, como el mismo sistema lo plantea.(P.S.A.)